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Matias
sábado, 28 diciembre 2019 / Publicado en Sin categoría

Que los impuestos no decidan tu inversión

Si hay algo que caracteriza a nuestro país en materia de inversiones bursátiles es la incertidumbre y el cambio de las reglas de juego permanente. Letras que cambian su fecha de pago y vuelven a hacerlo en menos de 4 meses, bonos que no están alcanzados por impuestos y que empiezan a estarlo, bonos que están gravados un año sí y otro no, y la lista sigue.

Todo esto genera profundas dificultades para aquellos que buscan realizar una inversión a través de la bolsa, que deben considerar múltiples variables y desde muchas ópticas. No sólo desde la óptica de un inversor (mirar los fundamentos y realizando análisis técnico de un instrumento) sino también considerar aspectos jurídicos (ley que posee un bono para el caso de litigio) e incluso impositivos.

En este último quiero hacer hincapié en el día de hoy: el impositivo.

A nadie le gusta pagar impuestos

La denominada “Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva” introdujo varias modificaciones en cuanto a la fiscalidad de las inversiones. Las 3 principales que podemos considerar son las siguientes:

  • Gravar con un 30% a la compra de dólares (ahorro, turismo, pagos con tarjeta, etc.)
  • Incrementar las alícuotas de bienes personales, con hasta el doble de alícuota para el caso de inversiones en el exterior.
  • Eximir del impuesto a la renta financiera a las colocaciones en pesos (y abre la posibilidad a que las en dólares también estén exentas nuevamente cuando salga la reglamentación).

Fruto de estas, en los últimos días quienes asesoramos en materia de inversiones hemos tenido que responder más preguntas sobre impuestos que sobre los instrumentos.

La gente quiere saber cómo hacer para no pagar impuestos o pagar lo mínimo posible. Pero creo que la preguntan que hacen es errada por lo que cuando me consultan esto les contesto con otra pregunta…

¿Querés ganar plata o no pagar impuestos?

El problema es que la gente se termina focalizando tanto en el impuesto que se olvida de la inversión que está realizando y que su principal preocupación tiene que ser el resultado que consiga con ella. Sí, el impuesto debe ser considerado como un costo más (junto a la comisión de tu bróker y otros que puedas tener), pero lo que realmente debe importarte es cuánto te queda después de todos los gastos.

Lo veamos primero con un ejemplo gráfico y después con ejemplos concretos de inversiones. Otra cosa que no gusta a muchos es el hecho de tener que pagar peaje. Supongamos que tenemos que hacer un viaje de 500km, pero para evitar pagar peaje tomamos un camino alternativo que hace que tengamos que hacer 200km. ¿Acaso suena lógico?

Bueno, está claro que al eximir del impuesto a la renta financiera a las inversiones en pesos el gobierno busca incentivar que inviertas en pesos. Si no querés pagar impuesto a las ganancias ni bienes personales, podés comprar un bono en pesos y conseguís tu objetivo. Ahora, si lo que querías era ganarle a la inflación, aunque no pagues impuestos en este momento las tasas en pesos son tasas reales negativas, por lo que estarás perdiendo poder adquisitivo de tu dinero.

¿Y la súpertasa de bienes personales del exterior?

El otro punto que muchos están analizando es la aplicación de hasta el doble de alícuota en aquellos bienes del exterior. Esto buscando generar el incentivo para que dichas inversiones se realicen en Argentina.

Nuevamente lo que aconsejo es mirar el resultado final de una inversión. Supongamos que me encuentro gravado a la alícuota máxima del 2,5%. Esto debo mirarlo como un costo que disminuye el resultado de mi inversión.

Si estoy invirtiendo en Letras del Tesoro de los Estados Unidos cuyo rendimiento hoy es menor al 2%, cuando aplico el impuesto mi resultado termina siendo una pérdida. Lo mismo sucede en el caso de inmuebles en donde la rentabilidad esté por debajo de ese importe. O que incluso estando por encima de la alícuota el rendimiento sea tan bajo que no me justifica el riesgo.

Diferente es el caso si el rendimiento de mi inversión es muy superior a eso. Supongamos que invierto en un ETF que replica el índice S&P 500 (SPY). En 2019 acumula una suba de más del 28% en dólares. Claramente aplicar la alícuota aquí de bienes personales (y si le sumamos también el impuesto a las ganancias), igualmente nos estará arrojando un excelente resultado.

Lo mismo sería válido si hablamos de Cedears. No termina de quedar en claro si tendrán o no el tratamiento de activos en el exterior en bienes personales (duplicando la alícuota) y están exentos del impuesto a la renta financiera. Si miramos los rendimientos acumulados este año por mucho de ellos son impresionantes. Dicen que para muestra basta un botón, así que veamos el caso del Cedear de Apple: Sube más de 240% en el año!!!

¿Dejarías de invertir en algo que rinde 240% para no pagar un impuesto del 2,5%?

“Existen dos cosas inevitables en la vida: la muerte y los impuestos” reza una frase célebre de Benjamín Franklin. Y en Argentina capaz descubramos la forma de volvernos inmortales, pero de lo que estamos seguros es que siempre habrá impuestos que pagar.

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Matias
domingo, 22 diciembre 2019 / Publicado en Sin categoría

Inversor de largo plazo sí, en cualquier lado no

Una de las principales recomendaciones que realizan inversores más focalizados en el análisis fundamental es que siempre que realicemos una inversión, esta sea una inversión de largo plazo.

Warren Buffet suele decir que uno debe invertir como si el mercado fuera a estar cerrado los 10 próximos años. Veamos un par de frases que Warren menciona al respecto:

“Invierte siempre a largo plazo: alguien se sienta hoy a la sombra de un árbol que plantó hace mucho tiempo”.

“Cuando somos dueños de negocios extraordinarios con un equipo gestor extraordinario, nuestro periodo favorito de inversión es para siempre.”

Pero este consejo no se queda sólo en frases bonitas. Es algo que realmente funciona. Lo veamos con números.

¿Qué resultados se obtuvieron en Estados Unidos?

Si miramos retornos del mercado norteamericano a largo plazo, podremos notar claramente que se ha tratado de una inversión muy exitosa que ha otorgado un rendimiento anual aproximado del 9%. Y esto sólo mirando el índice, porque en el caso de empresas que revolucionaron sus industrias, las subas son aún mayores.

En el siguiente cuadro podrás observar los mercados alcistas (bull market en inglés) y los mercados bajistas (bear market) desde el año 1926:

Como podrás observar es mucho más el tiempo en el que los mercados se encuentran al alza. Las caídas del mercado son por períodos más cortos y de menor profundidad que las subas.

Mirando en retrospectiva esta gráfica, si uno tuviera la mala suerte de haber ingresado en el instante previo a que se desatara una crisis, en lugar de vender en medio del pánico la mejor decisión hubiera sido esperar a que pasara el tiempo sin mirar las cotizaciones, para luego encontrarse con que nuestras inversiones habían crecido en su valor.

¿Y en Argentina?

Pero este tipo de estrategia de inversión no funciona por igual en todas partes del mundo. Basta con mirar lo que sucede en nuestro país. Veamos cómo le hubiera ido a un inversor que hubiera apostado al largo plazo en algunas de las empresas argentinas más reconocidas. Para evitar el efecto de la inflación y múltiples devaluaciones, utilizo los ADR en dólares:

Un inversor que hubiera colocado su capital en el año 2000 en YPF (línea celeste) y en Banco Galicia (línea roja), casi 20 años más tarde acumularía una pérdida del 71,44% en YPF y del 14,30% en Galicia.

Sí, en el medio hubo períodos en las que se materializaron grandes ganancias, pero esto nos mostraría que el mercado argentino es más para trading que para inversores de largo plazo.

Pero no todos los inversores argentinos que invirtieron pensando en el largo plazo vieron como su capital salía herido. Veamos lo que pasó con un par de acciones argentinas que forman parte de la economía del conocimiento y que tienen ingresos no sólo de Argentina (menos vulnerables a nuestras sucesivas crisis):

Un inversor que hubiera invertido en el año 2007 en las acciones de Mercado Libre (línea dorada) acumularía al día de hoy una ganancia del 1.634%. Por su parte, alguien que hubiera invertido en Globant en el año 2014 cuando empezó a cotizar hoy acumularía un 2.433% de ganancia.

Importante elegir bien donde estar

Pero Argentina no está sola en esto de ser un mercado que invirtiendo en un plazo largo de tiempo no arrojó buenos resultados. Veamos el caso de Japón, que luego de alcanzar su valor máximo en 1989 nunca más pudo volver a dichos valores:

¿Cuál es el factor común en los mercados que crecen? El crecimiento del PBI.

Cuando el PBI de un país crece, se multiplica la capacidad de generar negocios de las empresas. Con esto, también subirán sus ingresos y utilidades. Y, la valuación de toda empresa es fruto del descuento de los flujos de fondos futuros a una tasa determinada, por lo que, si se espera que estos flujos sean mayores, el precio de las acciones subirá.

En el largo plazo estaremos todos muertos, decía John Maynard Keynes. Claramente podría haber estado hablando de los inversores de largo plazo argentinos (y japoneses).

Saludos,

Matías Daghero

Nota Publicada en Inversor Global el 20/12/2019

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Matias
viernes, 20 diciembre 2019 / Publicado en Sin categoría

Entrevista en Radio Sucesos del día 20/12/2019

Entrevista realizada el 20/12/2019 en Radio Sucesos en la que hablamos del impacto de las nuevas medidas económicas.

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Matias
domingo, 15 diciembre 2019 / Publicado en Sin categoría

¿Cómo tener dinero para invertir?

Una de las principales excusas que suelo escuchar para no ahorrar e invertir es que no se dispone de dinero para invertir: el dinero no nos alcanza. Pero para la gran mayoría el problema no es que el dinero no alcance, sino que toman decisiones que terminan teniendo esto como resultado.

Nuestra riqueza generalmente se mide por el patrimonio neto, que es el activo total menos todas las deudas. Pero hay una medida alternativa, que es asignar nuestra riqueza a los fines para los que sirve.

¿Para qué fines? Dos me vienen a la mente: riqueza física y riqueza social.

Comencemos con la riqueza física. Estamos hablando de la capacidad de una familia para mantener las comodidades físicas básicas, como disfrutar de una comida decente, un hogar confortable, un automóvil confiable y acceso a una buena atención médica.

No tenés que ser millonario para permitirte estos objetivos. Por lo general, un ingreso de clase media baja es suficiente. ¿Cómo medís tu riqueza física? Pensá en cuánto tiempo podrías mantener estas comodidades sin trabajar. Durante tu carrera laboral, puede ser cuestión de meses o años. Si estás jubilado, será, crucemos los dedos, el resto de tu vida.

Mientras tanto, la riqueza social se relaciona con los placeres mentales. Se trata de ego y entretenimiento.

Hace referencia a nuestro poder adquisitivo en relación con el resto de la sociedad: un juego de suma cero.

La riqueza social a menudo se muestra a través de símbolos de estado. Los humanos somos criaturas competitivas que disfrutamos del reconocimiento. Después de todo, ¿un adulto que conduce un automóvil de lujo es muy diferente de los adolescentes que flexionan sus músculos en la playa?

A diferencia de la riqueza física, la riqueza social puede ser costosa, ya que requiere un ingreso de seis o siete cifras para comprar casas de ensueño, autos de lujo, viajes exóticos, etc. Para un nuevo jubilado, puede requerir un patrimonio neto de más de USD 2 millones.

La diferenciación de la riqueza física de la social puede afectar nuestras decisiones sobre el gasto actual. Junto con la financiación de las necesidades físicas básicas, todos nos entregamos al «gasto social», ya sea que podamos pagarlo o no.

¿Cómo podemos saber si estamos participando en un gasto social pesado? Dos pruebas simples pueden ayudarlo a analizar su propio grado de gasto social.

Test No. 1: ¿Has pagado $1.000.000 o más por tu auto? Un plus del 50% por encima del auto promedio de $700.000 (no olvides de ajustar el precio por inflación para no engañarte a vos mismo).

Test No. 2: ¿Cuántas habitaciones en tu casa son utilizadas todos los días? Dividí ese número por el total de habitaciones de tu casa. ¿El resultado es 50% o menos?

Un «sí» a ambas preguntas te coloca en la tierra del exceso y el ego. Dentro de lo razonable, no hay nada malo con el gasto social. Es un deporte que todos quieren jugar, pero requiere una evaluación personal de riesgos.

Si la riqueza física es obligatoria, la riqueza social es discrecional. Una compensación básica: ¿hasta qué punto pondrás en riesgo tu seguridad física para que puedas mostrar la riqueza social?

Aquellos que son financieramente conservadores pueden evitar gastos sociales significativos hasta que tengan suficiente riqueza física escondida para cubrir el resto de su vida. Aquellos que son más agresivos pueden incurrir en grandes gastos para aparecer en una clase social más alta de lo que pueden permitirse actualmente. Si bien estas imágenes pueden poner en peligro la futura comodidad física, es un pasatiempo popular.

¿Y en las inversiones?

La manera en que miras a la riqueza física frente a la social también podría impulsar la gestión de tus inversiones.

Tu «cartera física» podría tener suficiente dinero para mantener la comodidad física básica sin trabajar durante el período de tiempo que desees. Una persona de 30 años puede optar por conservar solo un año de riqueza física, mientras que una persona de 60 años podría buscar proteger 10 años o más. Esto podría llamarse «evaluar tu tolerancia al riesgo».

La cartera física se invierte en cosas aburridas y seguras, como fondos del mercado monetario, simplemente la compra de dólares, bonos a corto plazo, valor en efectivo de seguros de vida y activos financieros similares. Cualquier monto por el cual las ganancias después de impuestos de estos activos más seguros caen por debajo de la inflación es, en efecto, una prima de seguro que pagás para proteger el dinero involucrado.

Tu «cartera social» puede ser como Las Vegas, sin necesidad de un boleto de avión de regreso. Al ser discrecional, puedes optar por comprar inversiones arriesgadas, del tipo que pueden vencer a la inflación, pero a riesgo de grandes pérdidas periódicas.

Son un gran deporte, ofrecen apuestas respetables y podrían permitirte disfrutar de más gastos sociales. Si tu cartera física proporciona protección a la baja, tu cartera social ofrece potencial al alza.

Ya sea gastando o invirtiendo, solo vos podés decidir cómo equilibrar mejor tu riqueza física y social. Básicamente es otra versión del continuo miedo a la codicia. ¿Cuál es tu posición? Para obtener la respuesta, intentá asignar valores monetarios a tus deseos y necesidades físicas y sociales.

Saludos,

Matías Daghero

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