Desde el día de ayer y hasta las 15hs de hoy jueves, el Ministerio de Finanzas está realizando una licitación de Letras del Tesoro en dólares (Letes) y de unos Bonos en Pesos a Tasa Badlar.
Por el lado de las Letes se espera una fuerte demanda. En las últimas licitaciones de hecho la demanda fue tal que se debió prorratear hasta un 29,37% para el tramo más corto de vencimiento. Esto significa, por ejemplo, que aquel inversor que quiso licitar por u$s 10.000 sólo pudo hacerlo por u$s 2.937. Pero a su vez también se suman los más de u$s 7.000 millones del blanqueo en efectivo (que debían permanecer inmovilizados en las cuentas bancarias) que están próximos a ser liberados y representarán una demanda adicional (si no es en esta licitación será en la de las próximas semanas).
Después del blanqueo, el análisis de las inversiones y de los bonos en particular debe ser completamente distinto. Ya no sólo importa la tasa de rendimiento del bono, sino que lo que debe mirar el inversor es la tasa de rendimiento luego de impuestos. Y es allí donde el riesgo a asumir para obtener en el exterior un rendimiento similar al de un bono argentino es demasiado elevado. En la tabla a continuación se observan las tasas de rendimientos de las Letes que se licitan esta semana y qué rendimiento debería otorgar un instrumento similar en el exterior para que la tasa de rendimiento neta de impuestos sea la misma:
Pero para aquellos inversores que estimen que el dólar va a continuar planchado en los próximos meses (hay consenso entre los economistas que, salvo un hecho externo que modifique el escenario, no habría grandes fluctuaciones hasta luego de las elecciones de octubre), Luis Caputo puso en el menú de la licitación de esta semana un bono en pesos. Se trata del Bono en Pesos a Tasa Badlar Privada más 200 puntos básicos.
La tasa Badlar es la tasa que remunera a los plazos fijos de más de un millón de pesos colocados por un año. Esta tasa actualmente es de 19,06% y se espera que de reactivarse la actividad económica comience a subir, ya que la mayor demanda de créditos hará que los bancos busquen captar más depósitos para poder prestarlos.
Dentro de sus condiciones de emisión, este bono detalla que a la tasa Badlar le adiciona 200bps por lo que la tasa al día de hoy sería de 21,06% (variando luego durante toda su vida útil).
Sin embargo, la licitación de este bono tiene un tramo competitivo y uno no competitivo, ya que es de esperar que el bono muy probablemente salgo por encima de la par. Esto se debe a que otros bonos nacionales Badlar de similar duration están cotizando con un spread negativo. En caso de no hacerlo en la licitación, seguramente en el mercado secundario se dará este arbitraje generando oportunidades de rendimientos para aquellos que hayan licitado.
Para tener referencia de una licitación cercana, hace unas semanas la Ciudad de Buenos Aires licitó unos bonos a tasa Badlar y con vencimiento en 2024 que salieron con un spread de 325bps, reduciendo gran parte de este spread luego en el mercado secundario.
Al igual que este bono licitado por la Ciudad de Buenos Aires, el Bono Nacional también podrá ser suscripto en pesos o en dólares, por lo que se espera que haya demanda también por parte de inversores del exterior. El monto total a licitar es de $20.000 millones.
Como se observa, la necesidad de financiamiento es grande por lo que el Ministerio de Finanzas sale a ofrecer emisiones tanto en pesos como en dólares (e incluso en francos suizos hace unos días atrás). Desde la perspectiva del inversor, el menú está servido para poder colocar el dinero en aquella moneda que espere que le otorgue un mejor rendimiento para sus ahorros.
Nota Publicada por El Economista – 30/03/2017
La semana pasada fueron anunciadas las nuevas líneas de créditos hipotecarios a 30 años ajustables por la Unidad de Valor Adquisitivo (UVA), que estarán disponibles oficialmente a partir del 7 de abril próximo. Funcionarios del Banco Nación y del Banco Provincia de Buenos Aires dieron algunas precisiones en torno a los mismos.
Por el lado del Banco Nación, Javier Gonzalez Fraga anunció que la línea a 30 años tendrá, para un préstamo de $1.000.000, una cuota de $4.600 más la alícuota de Ingresos Brutos que corresponda a cada jurisdicción provincial. Para poder acceder a este préstamo, se deberán acreditar ingresos del grupo familiar por $18.500 y la tasa de interés será del 3,5% para quienes tengan su cuenta sueldo en el banco y del 4% para quienes no, más la indexación por UVA.
En el caso de los préstamos hipotecario UVA a 30 años del Bapro, para un monto de $1.000.000 la cuota será de $5.931 finales y requerirá un ingreso de $20.000. Una característica importante en este caso es que se elimina la restricción de que se trate de una vivienda única.
Pero la pregunta que se hacen muchas familias está en torno a la conveniencia de sacar los mismos. Es que, si bien las cuotas suenan atractivas, la existencia de una cláusula de ajuste por inflación es algo que siembra incertidumbre en un país en el que los antecedentes en materia inflacionaria son moneda corriente.
En este sentido, los créditos hipotecarios UVA (no sólo para los de 30 años sino para todos sus plazos) incluyen una cláusula que establece que frente a un aumento de la inflación que se encuentre 10 puntos por encima de la suba del coeficiente de variación salarial se podrá extender un 25% el plazo original. Sin embargo, de presentarse este escenario, la cláusula ayudará a que la cuota no se dispare tornándose impagable, pero de todas maneras incrementará el monto total pagado ya que se estarán pagando intereses por un tiempo mayor.
La realidad es que es muy difícil otorgar créditos a largo plazo en contextos de elevada inflación. Aquí radica la madre de todas las batallas.
Si miramos casos exitosos como el de Chile a través de sus Unidades de Fomento, los mismos se dieron en un contexto de una inflación claramente decreciente y en niveles muy inferiores a los que nos encontramos en la Argentina en estos momentos (niveles de un dígito).
En este sentido, creo que cada familia debe analizar su caso particular al momento de tomar la decisión de sacar el crédito hipotecario. Para aquellos urgidos por dejar de alquilar y comprar la vivienda propia, los créditos UVA en medio de un contexto altamente inflacionario como el actual podrían no ser aún los más convenientes. Es importante que la herramienta exista, siempre tener más opciones para elegir es mejor, pero quizás aún los créditos UVA no son convenientes en la mayoría de los casos.
Si se espera que la batalla por bajar la inflación estará presente en los próximos años, el crédito del Banco Nación con tasa fija del 14% para los primeros tres años es el más conveniente. Claro está que en este caso los ingresos necesarios del grupo familiar son más elevados, al igual que la cuota. Asimismo, en caso de que la inflación ceda en estos años, siempre se tendrá la posibilidad de cancelar el mismo mediante la obtención de un crédito UVA, pero sin haber corrido el riesgo de que una disparada de la inflación aumente fuertemente el capital.
Sin embargo, la medida más prudente pareciera ser no embarcarse aún en la compra de la vivienda en este contexto sino esperar a que la inflación ceda más fuertemente. De cumplirse las metas del BCRA, los niveles para 2019 de entre 3,5 y 6,5% de inflación parecen mucho más coherentes con un financiamiento a largo plazo. En el mientras tanto, estas familias que tienen una capacidad de ahorro pero que no disponen del capital suficiente para la compra de la vivienda pueden ver la forma de invertir sus ahorros para que los mismos no pierdan valor e incrementen el monto en el futuro de la entrega a realizar, reduciendo el monto pedido y la cuota futura. En este sentido, instrumentos como los plazos fijos ajustables por UVA o bonos que ajustan por CER son una interesante herramienta para no perderle pisada a la inflación.
La decisión de la compra de la vivienda propia es para la mayoría de las personas una de las decisiones financieras más importantes de su vida (sino la más importante). Esperar un par de años y no tomar una decisión apresurada que lo acompañará por el resto de su vida parecería ser una medida prudente.
Nota Publicada por El Economista – 27/03/2017
Existen ciertas situaciones que se repiten año tras año en nuestro país, sin que se les encuentre una solución. Seguimos utilizando soluciones viejas que no funcionaron en el pasado y que tampoco lo hacen en el presente.
En estos días, hay discusiones entre los sindicatos por un lado y empleadores (empresarios y/o gobierno) por el tema de las paritarias salariales. Desde el lado de los sindicatos, se busca recomponer el duro golpe al bolsillo de los trabajadores que significó la elevada inflación de 2016 (superior al 35%). Como contrapartida, quienes deben abonar dichas remuneraciones sostienen que lo que debe mirarse es la inflación proyectada hacia adelante y no la que ya es historia pasada. En base a esto, se busca utilizar como referencia el objetivo superior del BCRA de inflación en 2017 que fue establecido en el 17%. Y ante la amplia brecha existente entre las posturas, el conflicto no cesa, dejando al trabajo en un segundo plano y disminuyendo las probabilidades de mejoras en el futuro. El caso más difundido en estos días es el de la paritaria docente, que está negando la posibilidad de una correcta educación para quienes tienen en sus manos el futuro de nuestro país.
Más allá de que los aumentos estén por debajo de la inflación o no, los sueldos argentinos en dólares son caros comparados con los del resto del mundo que ofrecen productos (o materias primas) iguales a los nuestros. Sin ir más lejos, con un dólar casi planchado en el último año y los aumentos salariales que se están concediendo, la mano de obra en argentina es hoy cerca de un 20% más cara en dólares que un año atrás. Pero claro, los otros países no tienen los niveles de inflación que tenemos en estas tierras y estos aumentos tan elevados comparados con los de ellos no alcanzan a mantener el poder adquisitivo de los trabajadores.
Pero este no es el único problema que se repite todos los años, con respuestas similares. Por el lado de empresarios y economistas, muy frecuentemente se habla del atraso cambiario y de cómo esto mina la competitividad de nuestra industria. Todos los gobiernos, sin importar el color político, les gusta utilizar al dólar como ancla inflacionaria. Sin embargo, el uso de esta herramienta termina impactando en un menor nivel de competitividad.
Obviamente también la diferente carga impositiva tiene su alto impacto. En este aspecto, en principio, comenzaría a avanzar el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne en algún momento de 2017 (antes o después de las elecciones según la conveniencia política, ya que lamentablemente el cortoplacismo seguirá primando, pero al menos aparece en agenda).
Pero algo que nadie pone nunca en discusión (más allá de hacerlo en conferencias y charlas de café que solucionan los problemas del mundo pero que no son puestas en práctica en nuestro país) es el tema de la productividad.
Es casi un tema que se considera como tabú para gran parte de la sociedad. Pensar que un incremento en la remuneración deba estar vinculado a una mejora en la productividad, consiguiendo por ejemplo producir más unidades en una misma hora de trabajo, es algo que nadie pone en la mesa de discusión. De la misma manera, que empresas dejen de ver al tipo de cambio como un obstáculo y que produzcan una innovación en la modalidad de producción o un producto innovador que no dependa sólo del tipo de cambio, es otro tema alejado de las reuniones y discusiones en nuestra sociedad.
Asimismo, los reclamos de la sociedad hacia el gobierno de mejoras en la infraestructura, medios de transporte, reducción de la burocracia administrativa son prácticamente inexistentes.
Sin embargo, si miramos la evolución que han tenido en la productividad distintos países, claramente la Argentina se ha quedado rezagada.
En el siguiente gráfico podemos observar la evolución de la productividad desde el año 1950 de cinco países: Alemania, Argentina, Chile, Gran Bretaña y los Estados Unidos.
Allí podemos observar que tanto Chile como Alemania se encontraban con una productividad inferior a la de nuestro país al comienzo de la serie histórica. En el caso de Alemania, recordar que en ese momento se encontraba dividida luego de la Segunda Guerra Mundial.
Si la comparación la efectuamos con Gran Bretaña, de tener una productividad de la hora de trabajo un 22% mayor que la de Argentina en 1950 pasó a ser un 114% más en 2016.
Y mucho se habla de la diferencia en el precio de los productos existentes en los Estados Unidos (Miami lleno de turistas argentinos es una prueba de ello). Más allá de la importación de productos asiáticos de menor costo (en disputa en este momento por las políticas de Donald Trump), el nivel de productividad de una hora laboral en los Estados Unidos (tecnificación e innovación mediante) fue un 402% más que en la Argentina.
En algún momento deberemos empezar a incluir este tipo de temas en agenda de la opinión pública si deseamos que nuestra sociedad comience a mejorar en su calidad de vida y que dejemos de tener los mismos problemas sin solución, año tras año.
Nota Publicada por El Economista – 22/03/2017
La última licitación del BCRA volvió a dejar a las Lebacs con altos rendimientos para sus inversores. El rebrote inflacionario observado en el índice de febrero y lo que serán “tres meses duros en materia inflacionaria” en palabras de Sturzenegger (debidos principalmente a los incrementos en las tarifas y ajustes por paritarias) hicieron que junto a su equipo efectuara un leve recorte respecto a la tasa de la licitación del mes de febrero, pero una suba respecto a lo que venían cotizando las Lebacs en su mercado secundario.
Sin embargo, los altos rendimientos no son sólo medidos contra la inflación en Argentina. Si efectuamos el cálculo de los rendimientos otorgados en términos de dólar, son números difíciles de conseguir en el resto del mundo por inversiones de renta fija y de tan corto plazo. Y luego del sinceramiento fiscal, este es un análisis que cada vez más inversores/contribuyentes están realizando.
En la siguiente tabla se presenta la tasa directa y tasa anualizada que se han conseguido en los meses de enero y febrero, como así también el valor proyectado para los meses siguientes en función a la última licitación de Lebac para cada plazo y los valores de tipo de cambio del mercado de futuros Rofex.
Un primer mes del año con un dólar fuertemente estable, sumado a un mes de febrero con una fuerte caída en la cotización de la divisa norteamericana, han provocado que los inversores que invirtieron en Lebacs hayan obtenido rentas que en bonos de otros países como los Estados Unidos demandan asumir un riesgo duration mucho mayor, con bonos a 30 años. Esto en medio del proceso de suba de tasas de la FED resulta vital, ya que los bonos más cortos son los que menos sienten el impacto frente a un cambio de las tasas. Si bien el riesgo de apreciación del dólar frente a estas subas de tasas de la FED está latente, la fuerte liquidez y corta duration de las Lebacs permite moverse con agilidad o incluso efectuar la cobertura del tipo de cambio a través de la elaboración de un sintético de dólar (término utilizado en el mercado para la operación de la compra de una Lebac junto con la compra de un futuro de dólar al mismo vencimiento). Esta operación permite convertir una tasa en pesos a una tasa en dólar asegurada al vencimiento, con el sólo riesgo de las diferencias diarias de caja que deben ser cubiertas.
En el día de ayer y hasta las 15hs de hoy jueves el Ministerio de Finanzas se encuentra nuevamente licitando Letras del Tesoro en Dólares o Letes. En este caso las tasas son de 2,65% para el vencimiento en junio, 3% para el de septiembre y 3,25% para el de diciembre. Si comparamos estas tasas con las del sintético de dólar, aun considerando la necesidad de cubrir las diferencias, parece una alternativa conveniente para inversores conservadores que se sienten inseguros con tener todo su portafolio a tasa en pesos más allá del escenario de dólar planchado.
Dentro de los analistas que siguen al mercado hay un amplio consenso en que lo más conveniente en este momento es efectuar inversiones en pesos y recién empezar a dolarizar las carteras por el mes de junio, cuando las elecciones se estén acercando. Sin embargo, al estar todos de acuerdo es claro que esto ya está incorporado en los precios y cuando todos busquen hacer lo mismo en el mismo momento los que precios que podrán conseguirse ya no serán los mismos. ¿Pagará anticiparse al movimiento?
Nota Publicada por El Economista – 16/03/2017
El enfoque mayoritario que siempre se hace respecto a los efectos del capitalismo hace mención a la desigualdad entre los niveles de riqueza de la población que ha generado. Incluso un par de meses atrás fue ampliamente difundido un informe de la organización Oxfam en el que se mencionaba que los ocho hombres más ricos del planeta acumulan más riqueza que la mitad de la población del mundo más pobre, unos 3.600 millones de personas.
Si bien estas cifras son ciertas, quizás mirando sólo esto no se pueda evaluar de manera correcta el capitalismo. Es que, a primera vista, se parte de un enfoque de escasez que está siendo puesto en tela de juicio por varias corrientes económicas hoy en día. Si la riqueza es una sola, esto es un juego de suma cero donde lo que no tienen unos lo tienen otros. ¿Pero es esto realmente así? ¿Dónde estaba la riqueza de Bill Gates antes de que creara Microsoft y nos hiciera la vida mucho más fácil a gran parte de la población mundial? ¿A quién se la arrebató? O cambiando la pregunta. Si Bill Gates no hubiera creado Microsoft, ¿eso haría que hoy más personas tengan una riqueza mayor?
Más allá de valoraciones morales y charlas de café que puedan darse en torno a esto, los números que evalúan si el capitalismo ha mejorado la vida de las personas en el mundo son contundentes. Estadísticas de Bourguignon y Morrison (1820-2002) y el Banco Mundial (2002-2015) muestran como ha caído la pobreza de una manera increíble en los últimos 200 años de historia. Considerando como pobreza extrema a aquellas personas que perciben menos de U$S 1,90 por día (ajustando estos números por la inflación de los distintos países a lo largo del tiempo), en el gráfico a continuación se puede ver como la población bajo la línea de pobreza paso de casi la totalidad de las personas en 1820 a menos del 10% en 2015.
Pero lo que resulta también sorprendente es que esto se dio en medio de un contexto de amplio crecimiento de la población, lo que hace que aún más personas hayan podido salir de encontrarse por debajo de la línea de la pobreza.
Comprender que la riqueza no se distribuye, sino que se multiplica es un enfoque clave. Hace unos años se sostenía que el petróleo se iba a acabar, hoy no se sabe cómo hacer para que su precio no caiga fruto de la sobreoferta. Las circunstancias cambian. A lo largo de la historia de la humanidad la pobreza es la regla, no la excepción. Basta con pensar en la situación de vida de las poblaciones en la Edad Media, donde sólo la realeza tenía condiciones de vida que ni siquiera se aproximan a lo que tenemos hoy. Las innovaciones tecnológicas y creación de valor que efectúan las personas más ricas de este mundo hacen nuestra vida más fácil y de una mejor calidad. Y por esta contribución es que obtienen su beneficio, para poder seguir multiplicando la riqueza. Obviamente que existen personas que hacen riqueza a costa de robarle a otros, pero esto es la excepción y no la regla (salvo que nos refiramos a políticos).
Como sociedad es importante que dejemos de pensar a la riqueza como una torta a distribuir entre los empresarios y la clase obrera, entre el Estado y las empresas, y empecemos a pensar en cómo hacer para generar más valor para que todos podamos vivir mejor y la pobreza deje de ser un número estigmatizante, como llegó a decir un exministro de economía. Y para ver el efecto que esto genera no hace falta irse tan lejos. Incluso en nuestro mismo país podemos encontrar el caso de pequeñas poblaciones que dieron paso a ciudades fruto de la creación de riqueza como es el caso de Arcor, o lo que está empezando a suceder en Vaca Muerta con YPF.
Nota Publicada en El Economista – 09/03/17
A fin de mes estará culminando el exitoso blanqueo impositivo llevado adelante por el gobierno de Mauricio Macri. Los fondos declarados superaron hasta el momento los USD 100.000 millones y ya han significado más de AR$ 115.000 para las arcas del Estado. Sin embargo, aún resta la etapa en donde se espera que se declaren los inmuebles, además de las personas que optaron por esperar a ver el nivel de ingreso al blanqueo en diciembre para recién ingresar antes del vencimiento final que opera el próximo 31 de marzo.
El rutilante número que dio a conocer Alfonso Prat Gay previo a su alejamiento del gobierno a fines de diciembre, junto a los acuerdos firmados con los Estados Unidos hacia el final del cierre de la primera etapa del sinceramiento fiscal, hacen sospechar que el nivel de adhesión final será muy elevado. Encontrándonos ya casi al cierre de la etapa final del blanqueo, vale la pena un análisis entre las distintas alternativas que había para el blanqueo y cómo se desempeñaron las mismas.
El bono a 3 años con un cupón del 0% fue desde el principio la alternativa menos conveniente y de menor aceptación por parte de los contribuyentes. A su vez, el bono a 7 años que permite blanquear el triple (bautizado como “bono mágico”) y que paga 1% de cupón tampoco ha tenido un gran éxito entre los contribuyentes, llevando incluso a que el gobierno extendiera hace unos días el plazo del mismo, ya que no se alcanzó el monto tope de emisión del mismo.
Desde el punto de vista de los Fondos Comunes de Inversión del blanqueo, el sabor para las casas de bolsa que se embarcaron en el proyecto es agridulce. Si bien se armaron alternativas muy interesantes y que hubieran servido para un impulso en la actividad real (como los fondos de energía renovable, construcción, agropecuarios, etc.), el amplio debate parlamentario y mediático que generó la modificación en el impuesto a las ganancias hizo que la reforma a la ley de mercado de capitales quedará en veremos hasta el día de hoy, sembrando dudas entre las personas que ingresaron al blanqueo sobre el tratamiento impositivo que finalmente tendrán estos fondos.
Debido a esta situación con las demás alternativas es que el pago de la multa y libre disposición del capital haya sido la alternativa más elegida. Sin embargo, aun cuando hayan elegido la misma alternativa, el momento en que se haya efectuado la misma cambia fuertemente el resultado obtenido. Aquí hay dos factores principales que explican las diferencias: la caída en los precios de los bonos largos argentinos y la debilidad del dólar.
Por el lado de los bonos, muchos contribuyentes devenidos en inversores por necesidad, compraron rápidamente en octubre pasado, luego de ingresar al sinceramiento fiscal, bonos de la parte larga de la curva argentina como el Discount 2033 (DICA) y el Bonar 2046 (AA46). La volatilidad que imprimió el triunfo de Trump sumada a la política de subas de las tasas de la FED hirió las cotizaciones de estos bonos. Aquellos bonos tan en boca de los especialistas en esos momentos ya son mencionados para inversores más agresivos hoy en día. En cambio, lo que se repite en las mesas de las principales agencias de bolsas actualmente es el posicionamiento en la parte corta y media de la curva, para evitar una mayor volatilidad.
Por otra parte, la fuerte caída que ha venido experimentando el dólar ha hecho que para aquellos que blanqueen cuentas en el exterior nominadas en la divisa norteamericana, disminuya su valuación en pesos al momento de pagar la multa. Si bien la multa en estos momentos es del 15% en lugar del 10% que era en diciembre, la opción de comprar los bonos Bonar 2017 (AA17) o Global 2017 (GJ17) resulta más barata ahora de lo que era a fines de diciembre.
De esta manera, la alternativa menos costosa para el contribuyente habría sido ingresar antes del cierre de diciembre. Si bien se podría sumar al análisis el costo de oportunidad de no disponer el dinero, no podría ser comparado con la tasa de las Lebacs ya que estos fondos no hubiesen estado blanqueados por lo que el comparativo con letras del tesoro de corto plazo norteamericanas y sus bajas tasas lo continúan haciendo la más rentable.
Para quienes estén tomando la decisión en estos momentos, la compra del Bonar 2017 para pagar la multa resulta muy conveniente a estos niveles de dólar, y la posibilidad de invertir en Lebacs unos meses con un dólar planchado (consiguiendo en un mes tasas en dólares que en el mundo toman un año) y algún tipo de cobertura adicional por si se despertara el billete.
Nota Publicada por El Economista – 08/03/17
Si miramos el desempeño que vienen teniendo los bonos en lo que llevamos transcurrido del 2017, hay claros ganadores y perdedores. Por el lado de los ganadores, los bonos en pesos han sido los de mejor rendimiento. Y dentro de este grupo, los bonos en pesos a tasa fija, que a partir de este mes comenzaron a estar incluidos en el índice que elabora el banco JP Morgan de países emergentes en moneda doméstica, han sido las estrellas. Estos tres bonos son el Bonte 2021 (TO21), Bonte 2023 (TO23) y Bonte 2026 (TO26) que acumulan subas del 14,53%, 15,81% y 16%, respectivamente. Luego de meses en los que casi no tuvieron operaciones y fluctuaciones en sus cotizaciones, la inclusión en el índice fue un importante driver en su recuperación.
Continuando con los bonos ganadores, también encontramos a bonos que ajustan por la tasa Badlar (como el AMX9 y el PR15) que también han otorgado ganancias superiores al 10% en apenas dos meses. Cerrando este lote de bonos ganadores, encontramos a los bonos con ajuste CER como el Discount en pesos (DICP), Par en pesos (PARP) y Boncer 2021 (TC21).
Cruzándonos de vereda al lado de los bonos perdedores, aquellos que optaron por colocar su dinero en bonos dolarizados han sufrido la caída que viene experimentando la divisa. En algunos casos, como el del Bonar 2017 (AA17) han sufrido un golpe adicional ya que su característica de conservar la multa del 10% en el proceso de Sinceramiento Fiscal hasta fin de marzo había hecho que llegara a cotizar a fines de diciembre pasado incluso por encima del valor que va a pagar a finish en abril de este año. Los bonos dolarizados en su conjunto acumulan caídas en promedio del 3,5% en 2017, con algunos de ellos como el Bonar 2017 (AA17) y el Bonar 2024 (AY24) cayendo más del 4,2% en el año.
¿En qué bonos posicionarse para el resto del año?
Hasta aquí lo sucedido en el comienzo del año, pero que esperar hacia adelante. ¿Continuarán siendo los bonos a tasa fija en pesos los grandes ganadores?
Es difícil proyectar que los bonos en pesos a tasa fija continúen con este rápido de crecimiento, ya que deberían producirse varios cambios (a la cabeza la reducción del déficit fiscal y de las expectativas de inflación, valga la redundancia) para que la Argentina pague una tasa por debajo del 13% por un bono en pesos a 10 años. Si bien pueden continuar experimentando subas, se trata de bonos aconsejables para inversores externos o perfiles agresivos con una pequeña porción del portafolio destinado a ellos.
Por el lado de los bonos en dólares, las perspectivas al menos hasta octubre muestran a un dólar planchado por lo que, ante la siempre necesaria presencia de una parte dolarizada en el portafolio como seguro ante posibles crisis que pudieran aparecer en el camino, posicionarse en el tramo medio/largo de la curva pareciera ser lo más aconsejables para perfiles de riesgo moderado y que busquen que el cupón mayor que estos bonos abonan compensen la menor tasa de devaluación.
Los que aparecen en este momento como los bonos favoritos del mercado y los analistas para tener en cartera son los bonos con ajuste CER. Recordemos que estos bonos tienen incorporado el ajuste de sus pagos por el índice de inflación del Indec. Y es de esperar que los próximos meses hagan sentir el impacto de los incrementos en las tarifas de gas y luz, además de los resultados de las paritarias. El mismo presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, sostuvo que se vienen tres meses difíciles en materia de inflación. Si ahondamos en las expectativas REM publicadas en enero, los especialistas consultados hablaban de una inflación esperada de precios en el nivel generada para los próximos 12 meses de 20%, mientras que una inflación núcleo esperada del 18,1%. Si contrastamos esto con la opinión de los inversores en el mercado de renta fija que surgen de comparar la curva de tasas de bonos soberanos a tasa fija (incluidas las Lebacs) y la de los bonos con ajuste CER, podemos notar que el mercado se mantiene en sintonía con las expectativas de la inflación núcleo de los analistas. En ese sentido, si se estima que la inflación será superior al 18%, los bonos con ajuste CER tendrán un mejor rendimiento que las otras opciones.
De esta manera, pensando en la cartera para el resto del año, el mercado está apostando por una cartera compuesta con una mayor parte de bonos con ajuste CER, las infaltables Lebacs (tasa real positiva y corto plazo ideal para inversores conservadores) y una pequeña porción del portafolio (cercana al 30%) en bonos dolarizados del tramo medio y largo de la curva.
Nota Publicada por El Economista – 03/03/2017
Quienes no se tomaron vacaciones en el armado de sus portafolios de inversión y continuaron invertidos en acciones durante el verano han obtenido su recompensa, con un Merval que marcó su récord histórico superando los 20.000 puntos a mediados del mes. Si medimos la evolución que ha tenido el índice Merval en los dos primeros meses del 2017, nos encontramos con una suba del 13% medido en pesos y, frente a la caída que ha experimentado la divisa norteamericana, del 15% medido en dólares. Rendimientos muy difíciles de conseguir en otras bolsas del mundo y también complicado que se sostengan en la misma proporción durante el resto del año.
Saliendo del análisis del índice en general y adentrándonos en las acciones que han tenido mejor desempeño, claramente el sector ganador hasta aquí ha sido el energético (incluyendo dentro de este grupo a las empresas de los sub-sectores de Oil&Gas y las eléctricas). Aquí encontramos a empresas que en apenas dos meses ya han conseguido subas superiores al 50% como Camuzzi Gas Pampeana (CGPA2), Metrogas (METR) y Capex (CAPX). Los inversores parecen haber recibido de manera positiva los recientes anuncios del gobierno de aumentos en las tarifas de luz y gas, apostando por una mejora en las futuras utilidades de estas compañías, más allá de que incluso con el incremento tarifario aún no se llega a cubrir los costos de producción.
Además de las empresas energéticas, otro sector que también se vio favorecido por las modificaciones en los esquemas tarifarios son Autopistas del Sol (AUSO) y Grupo Concesionario del Oeste (OEST). Estas empresas acumulan una suba del 30,92% y 30% respectivamente, beneficiadas por los aumentos en las tarifas de peajes.
En medio de un contexto con un dólar fuertemente planchado y con plazos fijos que otorgan rendimientos que no logran ganarle a la inflación, dentro del Panel Líder y del Panel General encontramos a 47 empresas que han otorgado rendimientos a sus accionistas por encima de la inflación.
¿Qué esperar de las acciones para el resto del año?
La suba experimentada por el índice Merval ha sido fuertemente vertical en estos dos meses. De continuar al mismo ritmo durante el resto del año, la suba sería del 108%, algo muy poco probable dado el contexto tanto nacional como internacional. Sin embargo, aun cuando ralentizara la velocidad y el empinamiento de la suba, podría estar otorgando muy buenos rendimientos para quienes inviertan en acciones, finalizando el año en torno a los 23.000 puntos. Este número implicaría una suba adicional del 20% desde los valores actuales y que podría alcanzarse si no se presenta alguna situación de corrección generalizada de las bolsas del mundo a nivel internacional o una derrota de Cambiemos en las elecciones legislativas a nivel local. Claramente no es lo mismo haberse subido a este tren a principio de enero con un índice debajo de los 17.000 puntos que hacerlo en este momento con 19.117, por lo que en caso de ingresar en este momento se debe ser más selectivo y tomar medidas que protejan al portafolio.
Dentro de esta mayor selectividad, se pueden encontrar papeles del sector bancario como Banco Patagonia (BPAT) que se encuentra muy atractiva en su valuación y siendo una de las de mejor rentabilidad del patrimonio neto del sector. A su vez, su posible compra por otra entidad (en el mercado son fuertes los rumores de su posible adquisición por parte de Banco Macro) podría constituir un importante driver para la mejora en su cotización. Con un horizonte de mayor plazo, empresas como Cresud (CRES), Pampa Energía (PAMP), YPF (YPFD), Consultatio (CTIO) y Telecom (TECO) podrían otorgar muy buenos rendimientos a sus accionistas.
Al momento de invertir en este tipo de empresas, es importante que el inversor sepa que se trata de inversiones para perfiles agresivos, que resulta aconsejable hacerlo con una pequeña porción del portafolio (jamás poner todo el capital en una única acción) y considerando un horizonte para la maduración de la inversión mayor al año.
Nota Publicada por El Economista – 01/03/2017