En la conferencia de prensa del día de ayer en la que se esperaba que Alfonso Prat Gay pudiera comentar acerca de los motivos que hicieron que dejara de ser el ministro de Hacienda y Finanzas de la Nación, se dio a conocer el monto parcial del blanqueo que está a punto de alcanzar el importe de 100.000 millones que era el que sostenían los más optimistas respecto al monto que se iba a exteriorizar.
Con el número anunciado en el día de ayer, se estaría blanqueando cerca del 45% de los activos de argentinos en el exterior según estimaciones de privados. Un éxito sin precedentes en la historia de los blanqueos en la Argentina, que ni los más optimistas dentro del gobierno esperaban. Y aún restan 3 meses para el cierre definitivo en los que el mayor foco estará en el blanqueo de inmuebles que conservan el 5% de multa hasta fines de marzo, como bien se encargó de remarcar en la conferencia de ayer el titular de Afip, Alberto Abad.
Además, esta impresionante cantidad de contribuyentes que ingresaron, sumado al dato del acuerdo de intercambio de información con Estados Unidos de la semana pasada, puede contribuir a que algunos que todavía se encontraban indecisos en torno al ingreso al blanqueo terminen de definirse a favor de exteriorizar sus bienes por temor a quedarse dentro de un grupo minoritario que no ingrese.
Donde la reacción al dato del monto exteriorizado fue instantánea fue en el Merval. De encontrarse en otro día apático de pocas operaciones (característico de los fines de año) y con una leve baja, luego de conocerse el dato bastó la última hora de operaciones para que el índice se diera vuelta y cierre con una suba del 1,69%, siendo aún más pronunciada la suba en el Merval Argentina (índice que excluye a las acciones extranjeras, APBR y TS) hasta alcanzar el 1,97%.
Si miramos entre las acciones cuáles fueron las grandes ganadoras tras conocerse el dato, claramente Holcim (JMIN) fue la estrella con una suba diaria del 8% (aunque parte también jugó en esta suba la fuerte mejora en los despachos de cemento anunciado también cerca del cierre del mercado). Pero también hubo otras importantes subas en el sector de la construcción: Caputo (CAPU) +6,54%; Dycasa (DYCA) 4,24% y Consultatio (CTIO) 3,59%. El mix de un gran monto blanqueado y la obra pública en 2017 (año electoral) pareciera estar impulsando a las acciones del sector.
Por otra parte, acciones del sector energético y petrolero también subieron fuertemente pudiendo destacar las subas de Petrolera Pampa (PETR) +7,24%; Capex (CAPX) +5,26%; Tenaris (TS) + 4,67% y Edenor (EDN) +3,76%. Aquí pueden hacerse varias lecturas. Una es que la reactivación económica (que el blanqueo apalancaría) podría aumentar la demanda. Adicionalmente, la llegada de un ministro menos gradualista podría mejorar los números del sector.
Más allá del desempeño en el día de ayer, que ya es historia pasada, los inversores se preguntan si esto fue algo de un día o servirá para cambiar la tendencia entre lateral y bajista en la que se vio envuelto el Merval desde el triunfo de Trump. Para quienes consideren que esta tendencia llegó para quedarse, las valuaciones de varias empresas aún lucen atractivas en términos relativos y podría ser un buen punto de entrada. A los ya mencionados sectores de la construcción y energéticas, se podría añadir al sector bancario y agropecuario como posibles beneficiarios de la reactivación para la conformación de un portafolio para un inversor agresivo de cara al 2017.
Nota Publicada por El Economista – 28/12/2016
El sector agropecuario fue uno de los sectores que mayor número de conflictos tuvo durante el gobierno anterior. La famosa Resolución 125 fue el máximo exponente de una tensa relación durante años entre el gobierno kirchnerista y uno de los sectores más productivos y que más aporta en materia de divisas provenientes de exportación al saldo de la balanza comercial argentina.
Con la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, se introdujeron modificaciones en el esquema de retenciones para incentivar a un sector que había sido muy golpeado y que sólo la bonanza internacional en materia de precios de commodities y la alta productividad de nuestras tierras les permitieron seguir adelante. Sin embargo, al momento de sembrar para la campaña 2016, los productores aún no conocían estas nuevas reglas de juego, por lo que recién en la campaña de 2017 se podrá observar en mayor medida el impacto de esta disminución en la presión impositiva sobre el sector.
De esta manera, el mayor impacto en el balance de las compañías y en sus niveles de actividad se empezará a sentir en los próximos meses, con los inversores empezando a mirar cómo poder obtener rédito en este nuevo escenario.
Financiando al sector
Una primera forma de hacerlo es a través de la compra de instrumentos de renta fija de empresas del sector. Aquí encontramos distintas alternativas: Cheques de Pago Diferido, Fideicomisos y Obligaciones Negociables.
Por el lado de los Cheques de Pago Diferido, se pueden conseguir a través de la bolsa cheques de Sociedades de Garantía Recíproca que actúan en el sector agropecuario. Por citar algunos referentes, allí podemos encontrar cheques avalados por Los Grobo Agropecuaria, Don Mario y Agroaval, entre todos. Estos instrumentos pueden tener plazos que van desde los 30 a los 360 días, son en pesos y rinden aproximadamente entre 20 y 25% anual para el inversor.
Para inversores un poco más sofisticados y dispuestos a asumir un nivel mayor de riesgo, se puede invertir en fideicomisos financieros que otorgan un rendimiento en la mayoría de los casos de 3 o 5% mayor a la tasa Badlar (la tasa de plazo fijo).
Pero si hablamos de deuda corporativa, el instrumento por excelencia son las Obligaciones Negociables. Aquí podemos encontrar deuda emitida por compañías del sector agropecuario y de alimentos como Mastellone Hnos (La Serenísima), Cresud, Arcor y Molinos Río de la Plata, pudiendo hacerlo a través de instrumentos en dólares, dólar linked y también en pesos a tasa Badlar más spread.
Asociándose al sector agropecuario
Para aquellos que sean más optimistas con el desarrollo del sector agropecuario, la mejor forma de beneficiarse es asociándose a las empresas que trabajan en él. Si miramos el desempeño que han tenido estas empresas en el año 2016 podremos encontrar que varias de ellas han otorgado rendimientos a sus accionistas bastantes puntos por encima de la inflación.
Entre las de mejor rendimiento encontramos a Agrometal con una suba de 216% acumulada en el año 2016. Esta empresa se dedica a la fabricación de maquinaria agrícola, por lo que es uno de los principales proveedores del sector agropecuario. En segundo término, encontramos a la limosnera San Miguel con una suba de 143%. La posibilidad de que se abriera luego de muchos años la exportación a los Estados Unidos (que finalmente se concretó la semana pasada) fue el principal driver a lo largo de este año, pero recién comenzará a impactar en los retornos que se presenten en el balance de la compañía a partir del año próximo. Para completar el podio de los mejores rendimientos en 2016, encontramos a Instituto Rosembusch con su actividad más vinculada al sector ganadero, ya que se dedica a la elaboración y ventas de productos veterinarios. Luego de la exitosa negociación por la exportación de limones, el siguiente paso es conseguir la autorización por parte de los Estados Unidos para exportar carne argentina al país norteamericano. En ese escenario, acciones de empresas como Inversora Juramento, Carlos Casado, Quickfood e Instituto Rosembusch podrían verse beneficiadas.
Los riesgos
Pero no todo es color de rosas para el sector agropecuario. La llegada al gobierno de los Estados Unidos de Donald Trump y sus amenazas durante la campaña presidencial de una economía norteamericana más cerrada y una guerra comercial con China podrían acarrear efectos no deseados para el sector, como una caída en el precio de los commodities frente al fortalecimiento del dólar.
A su vez, la balanza comercial de los Estados Unidos es fuertemente deficitaria en el comercio bilateral con China. En 2015, arrojó un déficit de 386.000 millones de dólares. Donald Trump podría comenzar a intentar reducir este saldo negativo, y se espera que una de las áreas en las que Estados Unidos podría incrementar su oferta al gigante asiático es justamente en productos agropecuarios. Frente a esto, China podría verse obligado a disminuir la compra de estos productos a países latinoamericanos e incrementar el volumen proveniente de los Estados Unidos en búsqueda de continuar colocando sus manufacturas en el país norteamericano.
Teniendo presente este panorama, el sector agropecuario es históricamente uno de los principales motores de la economía argentina. Esperando un 2017 con pronóstico de crecimiento por encima del 3% según la mayoría de economistas, invertir una porción del portafolio de inversiones en este sector con las precauciones mencionadas puede ayudar al inversor a defender su capital a lo largo de 2017.
Nota Publicada por El Economista – 27/12/2016
Luego de años de no haber emitido deuda a tasa fija en pesos (una inflación elevada que hacía a los inversores abandonar rápidamente la moneda argentina en sus portafolios como principal motivo), el Ministerio de Hacienda pudo en este 2016 aprovechar el furor que generaron las Lebacs durante gran parte del año para realizar la emisión de algunos bonos a tasa fija con vencimiento de los mismos en 2018, 2021, 2023 y 2026.
El más largo de estos bonos, el TO26 con vencimiento en octubre del año 2026, podría utilizarse como muestra del romance entre el gobierno de Cambiemos y el mercado financiero durante gran parte de este año. Es que en un país en donde la inflación ha sido como mínimo de más del 20% anual promedio en el último lustro, que los inversores (en el caso particular de este bono mayormente internacionales) estuviesen dispuestos a prestarle dinero al gobierno a tasa fija en pesos del 15,5% a 10 años habla a las claras del fuerte entusiasmo y confianza respecto a un futuro distinto para la economía de nuestro país y que todos estamos esperando que se concrete.
Pero luego de la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América el contexto internacional cambió. Las tasas de interés en el mundo subieron y el dólar continuó con mayor velocidad su fuerte apreciación contra el resto de las monedas globales, impactando no sólo en las monedas de Latinoamérica (peso mexicano como la más afectada, pero el peso argentino siguiéndola en el ránking) sino también en la de países desarrollados como la libra esterlina, el yen e incluso llevando al euro a un paso de quedar en paridad con el dólar.
Ante este nuevo escenario, los instrumentos en tasa fija en pesos perdieron protagonismo en las carteras de los inversores (e incluso bajo fuertemente su liquidez en el mercado para el caso de los bonos), lugar que fue ocupado por bonos en dólares de Duration corta y/o instrumentos a tasa fija CER. En este sentido, en sus licitaciones quincenales, el Ministerio de Hacienda no pudo continuar licitando bonos del tesoro en pesos a tasa fija (el instrumento más conveniente para un país ya que está referenciado en su propia moneda) y Luis Caputo, Secretario de Finanzas, debió conformarse con la emisión de Letes en dólares (instrumentos de corto plazo y que pagan una tasa del 3% anual en dólares).
Pero esta tendencia podría estar comenzando a revertirse. Comencemos analizando al dólar. La llegada de la fecha límite del 31 de diciembre del blanqueo en los próximos días podría continuar impactando a la baja de la cotización de la divisa norteamericana que se viene observando en la última semana. Más allá de esto, desde la apertura del cepo (con la instauración de un tipo de cambio flotante) y con la salida del default, el tipo de cambio se ha visto más influenciado por la tendencia mundial de la divisa, tal como es en la mayor parte del mundo. La fuerte apreciación del dólar va a contramano del plan de Donald Trump de hacer a Estados Unidos una economía más cerrada y con mayor producción local (un dólar más fuerte hace que los norteamericanos compren más productos del exterior con la misma cantidad de dólares), de la misma manera que también lo hacen las subas de las tasas de interés por parte de la Fed. ¿Se quedará de brazos cruzados Trump frente a esto? ¿O estaremos cerca ya de un techo en el valor mundial del dólar?
Por otra parte, los bonos con ajuste CER han tenido un importante rally alcista en el último tiempo. Bonos como el Boncer 2021 (TC21) acumulan una suba mayor al 4% desde principios de noviembre. Los inversores dudaron de que los objetivos de inflación para el año 2017 por debajo del 17% fueron alcanzables y se volcaron masivamente a la compra de estos bonos. Tan fuerte fue la suba de estos bonos que si lo comparamos con otros bonos que ajusten por inflación en la región (con países como Colombia, por citar alguno), los bonos argentinos son los de menor spread.
Con un dólar en niveles elevados y bonos con ajuste Cer con spreads bastante por debajo de los de la región, los inversores están volviendo a posar sus ojos sobre los instrumentos a tasa fija en pesos. Es que la fuerte baja que se viene observando en la tasa de inflación (las primeras semanas de diciembre estarían por debajo del 1,4% mensual según las consultoras) hace que tasas como las que actualmente pagan las Lebacs den tasas reales positivas elevadísimas (la letra a 35 días rinde en términos reales aproximadamente 6% anual). A su vez, de consolidarse la tendencia, los bonos del tesoro podrían ser un instrumento útil para consolidar estas tasas reales por un plazo más prolongado. Esto lo podemos ver en las subas de los últimos días que experimentaron bonos cortos a tasa fija como el TM18 y TS18 (con vencimientos en marzo y septiembre de 2018, respectivamente) como así también el bono con vencimiento en 2021 (TO21), con inversores buscando asegurarse retornos reales positivos por un plazo o mayor u obtener una renta por la apreciación de los mismos y su venta anticipada. Esta última fuente de ingresos a dado sus réditos, ya que en las últimas ocho ruedas estos bonos acumulan importantes subas que superan al rendimiento mensual de una Lebac: TO21 (+2,66%), TM18 (+1,87%) y TS18 (+1,65%).
Hacia adelante, se espera que las Lebacs con alto rendimiento real positivo (que a partir del mes de enero comenzaron a licitarse sólo una vez por mes según comunicó hace un tiempo el BCRA) y los bonos en tasa fija otorguen rendimientos que puedan ganarle a la inflación con un menor nivel de riesgo que el que se debe asumir invirtiendo en otros instrumentos.
Nota Publicada por El Economista – 22/12/2016
Luego de la tan anunciada suba de la FED y con el vencimiento del plazo del blanqueo para conservar la multa al 10% a la vuelta de la esquina, muchos inversores se encuentran analizando las alternativas para definir el destino de sus inversiones el día después de haber blanqueado.
La suba de tasas de la FED actuó como un freno a la posibilidad de realizar el blanqueo hasta este momento por los impactos que podría tener y, quienes fueron pacientes, obtuvieron su recompensa. Esta puede verse por dos canales. El primero es que, como el tipo de cambio por el que se liquida la multa del blanqueo es el correspondiente al 22/07/15, la suba del dólar de estas últimas semanas está generando que los contribuyentes deban sacrificar menos dólares para pagar la multa (haciendo cálculos por este nuevo tipo de cambio, la multa en dólares termina finalmente siendo del 9% en lugar del 10% de no producirse una abrupta caída del dólar en los próximos días).
En segundo lugar, la suba del rendimiento del bono considerado como “libre de riesgo” en el mundo (el bono estadounidense) tiene como efecto la suba automática en el rendimiento de todo el resto de bonos. Y en el caso particular de Argentina, esta suba fue aún más que proporcional para el tramo medio y largo de la curva de bonos soberanos en dólares si lo comparamos con pares de la región (como Brasil). Esto último puede deberse a una mayor incertidumbre que ha generado en los últimos días el contexto político argentino, además de la creciente necesidad de financiamiento del déficit fiscal para 2017.
Durante gran parte de este año, analistas y asesores financieros tomaron el centro de la escena para analizar recomendaciones para los contribuyentes que ingresaran al blanqueo que busquen recuperar la multa abonada en el menor plazo posible.
El centrarse sólo en el análisis del retorno y del tiempo, puede hacer que el contribuyente devenido en inversor por necesidad, termine sufriendo más de la cuenta al ingresar en activos de los cuáles no conoce mucho el riesgo.
Si centramos el análisis en un ahorrista que busca mantener su capital en bonos en dólares (existen otras alternativas como bonos en pesos o fondos comunes cerrados), los rendimientos que ofrecen hoy son mucho mayores a los que ofrecían hace apenas un par de meses. Esto podría acortar el plazo de recupero de la multa, pero también debe hacer tomar conciencia al inversor de lo rápido que pueden caer de precio al bono un cambio en las tasas.
El contribuyente debe tener en cuenta las dos formas por la que obtiene rendimiento al invertir en bonos. La primera, donde la renta que obtendrá es segura (salvo en el caso de un default del emisor), que es cuando conservamos el bono hasta el vencimiento. La segunda forma es por venderlo antes de su vencimiento, existiendo una diferencia entre el precio al que se compró y al que se vendió. En esta segunda forma, es en donde impacta la variación en el riesgo país de Argentina, con una modificación en su tasa.
En la siguiente tabla, podemos analizar estos dos aspectos en el contexto del blanqueo:
Allí vemos como los bonos que prometen recuperar la multa en un plazo menor, tienen un mayor riesgo ya que son más sensibles ante una suba de la tasa que pagan los bonos argentinos (como también subirían más en caso de una caída de la tasa, ya que la relación precio-tasa de interés es inversa).
Adicionalmente, algo a tener presente es que todos estos bonos en el caso de personas físicas no pagan Bienes Personales ni el Impuesto a las Ganancias (sí pagan este último las personas jurídicas), por lo que si uno compara el estar líquido versus estar parado en ellos el día 31/12 produce un ahorro en el impuesto.
Con este menú, el contribuyente debe ser consciente que más allá del dolor de la pérdida del 10% frente al pago del blanqueo, es importante que el restante 90% esté invertido en un activo que se condiga con el perfil de riesgo que mejor se adapte a su perfil.
Nota Publicada por El Economista – 19/12/2016
Encontrándonos hacia el final del 2016 resulta interesante analizar el desempeño que han tenido este año los distintos tipos de bonos y las perspectivas futuras de los mismos. Si bien aún resta la última quincena del año, con varios inversores tomando decisiones en torno a en qué activos invertir el dinero del blanqueo ver el rendimiento que han tenido hasta aquí puede aportar a la definición.
Para realizar este análisis, utilizaremos la clasificación que provee el Instituto Argentino de Mercado de Capitales, donde encontramos cuatro categorías en función a la moneda de emisión (pesos o dólares) y al plazo de los mismos (largos o cortos).
Contra todo pronóstico que podría haberse hecho en diciembre pasado cuando el dólar aún tenía cepo cambiario y no se sabía a qué precio podría llegar una vez liberado, los bonos largos en pesos han sido los de mejor rendimiento en el año, con el índice que los nuclea rindiendo 40,13% y siendo el único grupo que en términos globales pudo obtener un rendimiento que le gane a la inflación punta a punta en el año. Como miembros principales de este índice encontramos a los bonos que ajustan por CER (pagan un interés más la inflación publicada por el INDEC). Los rendimientos actuales de estos bonos que pagan su interés en pesos son: DICP 3,8%+CER; TC21 1,6%+CER; PR13 1,5%+CER; PARP 4,2%+CER; CUAP 4,4%+CER. Dentro de este grupo, de cara al futuro, para inversores conservadores resulta más recomendable el TC21 ya que su menor plazo le da una menor volatilidad, mientras que el DICP sería la inversión para un inversor de riesgo moderado y el PARP para inversores agresivos (estos instrumentos son los de mayor liquidez dentro del grupo y por lo que otorgan mayor facilidad para entrar y salir a los inversores).
En segundo término, los bonos largos en dólares han tenido claramente dos semestres muy distintos. Un primer semestre donde la caída del riesgo país les otorgó un gran rendimiento (a pesar del freno de la cotización del dólar) y un segundo semestre donde la victoria de Trump y la incertidumbre local en torno al déficit fiscal y la economía hicieron volver a los bonos a niveles elevados de tasa (que en una pequeña parte fue compensado por la recuperación del dólar). Dentro de este grupo y ordenándolos de acuerdo a su ponderación en el índice, los rendimientos en dólares actuales son: AY24 5,6%; DICA 8,2%; DICY 8,1%; AA46 8,2%; AA26 7,5%; PARY 8,5%; AO20 4,2%. Un inversor que se sintiera más cómodo con este grupo podría utilizar el AO20 en caso de tratarse de un perfil conservador (bono que podría beneficiarse al vencimiento del AA17 en abril cuando inversores deban reinvertir los fondos de este bono). En cambio, un perfil moderado podría encontrar un mejor rendimiento invirtiendo en el AY24, contando aún con una duration no tan elevada por lo que el impacto no sería tan grande en caso de que continuará la suba de tasas. Por último, para inversores más agresivos el DICA o el AA46 (este último con una ficha mínima de 150.000 nominales o aproximadamente 3.600.000 pesos) pueden beneficiarse no sólo con un cupón elevadísimo y difícil de conseguir en el mundo (exención impositiva en personas físicas como un plus) sino también con la caída de tasas en caso de que el gobierno enderece el rumbo para ganar las legislativas y el mercado tome esto como una reducción del riesgo político.
Mirando a los bonos cortos en dólares que componen el índice, encontramos a un bono en dólares que vence en abril y que podría beneficiarse con la cláusula que permite utilizarlo como medio de pago del blanqueo (AA17 0,8%) y a bonos dólar linked que vencen entre 2017 y 2018 (AM18 4,7%; AF17 3,6%; AJ17 3,4%; AS17 3,33%). Todos los bonos de este grupo son aptos para inversores conservadores.
Por último, encontramos los bonos cortos en pesos donde podemos distinguir a su vez 3 subgrupos: bonos que ajustan por tasa Badlar y Lebac, bonos Cer y bonos a tasa fija. Por cuestiones de liquidez y de costo de operación en instrumentos en pesos de corto plazo, se trata de un grupo más utilizados por fondos comunes, inversores institucionales e inversores del exterior (estos últimos de manera especial en los bonos a tasa fija ya que no pueden licitar Lebacs). Para un inversor que busque posicionarse dentro de este grupo, si bien no forma parte del índice, las Lebacs serían un buen instrumento o sino el bono PR15 para quienes inviertan por un plazo mayor a 6 meses (que rinde actualmente la tasa de plazos fijo Badlar más un spread de 3%).
Este 2016 mostró la clara importancia de armar una cartera diversificada ya que, si bien se observa que un grupo le sacó una diferencia al resto, a lo largo del año esta diferencia no fue siempre tan amplia y quien hubiera necesitado liquidar su posición en dicho momento no hubiera podido obtener un buen rendimiento. Mirando hacia el 2017, no hay un grupo que se presente como un claro ganador frente al resto por lo que un correcto mix entre los distintos, ponderando en mayor medida los que se verían beneficiados con el escenario que estimemos más probable.
Nota Publicada por El Economista – 14/12/2016
Al momento de hablar de las inversiones más recomendadas y mencionadas en este 2016 por analistas, especialistas, economistas e incluso en los últimos días también por políticos, sin lugar a dudas hay una protagonista estelar: las Lebacs. Esta herramienta, similar a un plazo fijo, permite al inversor colocar sus pesos desde plazos tan cortos como 35 días hasta plazos que exceden los 200 días. Y, siendo quien paga el interés aquel que tiene la capacidad de emitir la moneda (el BCRA), tiene un nulo riesgo de default. Los pesos los vamos a cobrar seguro, la pregunta es qué valor adquisitivo van a tener esos pesos cuando los cobremos.
Desde el comienzo de su gestión al frente del Banco Central, Federico Sturzenegger sostuvo que la principal misión de esta entidad es controlar y disminuir la inflación. Para esto, la tasa de referencia (que durante gran parte del año fueron las Lebacs) iba a ser positiva para captar los pesos excedentes y evitar que los mismos se trasladaran a precios.
Sin embargo, si realizamos un análisis fino de las tasas de todas las licitaciones y de la inflación acumulada en el año (utilizando los datos de inflacionverdadera.com hasta el mes de abril y empalmando luego con los datos del nuevo Indec), podremos notar que quien apostó por las Lebacs en el primer semestre perdió poder adquisitivo. Recién en el mes de agosto la balanza comenzó a inclinarse en favor del rendimiento conseguido por las Lebacs como puede observarse en el gráfico.
Como contrapartida de estas tasas supuestamente elevadas, a la economía le iba a costar arrancar. Si bien la actividad económica está fuertemente parada, quizás es injusto sobreestimar el impacto que las tasas de interés tienen en la economía argentina. Es que, si para reactivar la economía bastara con algo tan fácil como bajar las tasas de interés, de 2011 a esta parte deberíamos haber crecido a tasas chinas. Durante los últimos años del kirchnerismo las tasas fueron fuertemente negativas y ésto no tuvo su correlato con un crecimiento económico. Más bien todo lo contrario. Es que en un mercado financiero tan pequeño como el argentino, el impacto de la política monetaria por sí sola no es tan amplio. Basta con mirar los números para notar que aspectos externos como la recesión en Brasil o un precio de la soja bastante lejos ya de los usd 650 que supo alcanzar tienen un mayor impacto que las tasas de interés.
La reciente caída en las tasas de interés de las Lebacs no ha tenido un fuerte correlato con la tasa a la que los bancos otorgan créditos (aunque si lo ha tenido en las tasas de los plazos fijos). Por otra parte, las tasas elevadas de las líneas de crédito y descubierto que otorgan los bancos, no son las que grandes compañías, empresas Pymes y comercios se endeudan para financiar su crecimiento sino que lo hacen utilizando líneas productivas financiadas por el gobierno a tasas más cercanas al 20%, descuento de cheques en la bolsa a tasas también de entre el 20-25% (e incluso en épocas del año en que fondos comunes de inversión deben salir a comprar estos instrumentos se pueden conseguir tasas del 10%).
Donde sí puede estar teniendo un impacto las tasas que paga el BCRA por las Lebacs es en que algunos empresarios en lugar de invertir en la actividad productiva, prefieran hacerlo en el mercado financiero ya que los retornos de las Lebacs son mayores a los de su negocio. Pero demonizar a las Lebacs por esto es cuanto menos injusto. Es que, si no lo hiciera en las Lebacs, este empresario que prefiere esperar a ver un repunte en la actividad antes de expandirse, también lo haría en el dólar (con el consiguiente impacto a posterior que esto tendría en el nivel de precios de la economía).
El problema mayor radica en las expectativas. El tan anunciado segundo semestre nunca llegó y el 3,5% de crecimiento para el 2017 ya empieza a ponerse en tela de juicio. A su vez, idas y venidas en cuestiones regulatorias e impositivas que se derogan y volverían a ser dadas de alta en menos de 6 meses, impuestos retroactivos sobre resultados financieros negativos en términos reales y ciertas decisiones políticas en el Congreso con un tinte de remake del populismo son sólo algunas de las cosas que demoran las inversiones de la economía real. La recordada frase de Juan Carlos Pugliese: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo” parece continuar más vigente que nunca.
Por último, como parte de esta búsqueda de demonización de las Lebacs que se ha venido viendo en los últimos días, se ha propuesto el gravar la renta financiera, incluyendo dentro de ésta a las Lebacs. Desde estas columnas ya hemos hablado de que se trata de una medida de mayor impacto mediático-populista que de un impacto fiscal real. Es que, si por pagar el impuesto la tasa de rendimiento real se vuelve negativa, los inversores tienen dos opciones: o exigen más tasa o invierten en otra actividad que les dé un mayor rendimiento. Tan simple como eso.
Más allá de los sucesivos cambios políticos que hemos tenido en la Argentina desde el regreso a la democracia, el camino tomado por la clase política para solucionar el problema del déficit fiscal siempre ha sido con mayor cantidad de impuestos y nunca con reducción del gasto, hasta llegar al punto de contar con un nivel de presión fiscal que hace inviable cualquier actividad económica. En este país todo está gravado, hasta el punto de que creamos un impuesto por el que una empresa que no gana dinero también debe pagar (el impuesto a la ganancia mínima presunta).
Quizás haya llegado el momento de darnos cuenta de que, si seguimos haciendo lo mismo, obtendremos los mismos resultados. Que deben buscarse nuevas alternativas de reducción del déficit. Y en esto, quizás la propuesta del famoso inversor Warren Buffet pueda resultar una solución, aunque difícilmente algún diputado o senador del oficialismo o la oposición se anime a llevarlo al Congreso: “Yo podría terminar con el déficit fiscal en 5 minutos. Sólo debes sancionar una ley por la cual cada vez que el déficit fiscal supere el 3% del PBI ninguno de los miembros del Congreso podrá aspirar a ser reelecto. Ahora tienes los incentivos en el lado correcto, ¿verdad?”.
Nota Publicada por El Economista – 12/12/2016
El 2.016 será un año recordado por los inversores internacionales como el de las crisis que dispararían ciertos eventos en caso de concretarse, pero que una vez consumados los mismos no produjeron el efecto que gran cantidad de analistas estimaron. Con el triunfo del Brexit en Gran Bretaña y de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos como grandes exponentes, pudimos notar como pese a estos “escenarios negativos” las acciones siguieron su curso alcista en el mundo. Muchos podrán sostener que esto se debe en gran medida a la política monetaria de los Bancos Centrales en el mundo que inundan de liquidez al mercado y que deben buscar retornos. Quienes se enlistan en este pensamiento, piensan que la suba en las tasas de interés que decidiría la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) el próximo 14/12 podría ser el siguiente disparador de la crisis.
Como inversores es importante tener presente que siempre habrá analistas que sostengan que se viene una crisis y que eventualmente acertarán. Ya pasó en 2.008, con el caso de analistas que predijeron esa crisis. Sin embargo, también previeron la misma para 2.004, 2.005, 2.006 y 2.007, haciendo que, a pesar de haber evitado la pérdida en el momento de la crisis, el retorno por el período completo sea menor al que habrían conseguido si hubieran permanecidos invertidos durante ese tiempo.
En este sentido, un reciente estudio del departamento de acciones estadounidenses y estrategias cuantitativas del Bank of America Merril Lynch resulta revelador en materia de poner en perspectiva y con números sólidos cuál hubiera sido el impacto de encontrarse fuera del mercado esperando una crisis en los 24, 12 y 6 meses previos a que se produjera el punto máximo en la cotización de los activos (el pico de mercado). Para ello se analizaron los últimos 80 años de historia, tal como puede observarse en la siguiente tabla:
Como observamos, es muy difícil “tomarle el tiempo” al mercado para poder salir del mismo antes de que se presente la crisis ya que gran parte de las subas del ciclo suelen presentarse en los meses previos a su pico.
Esto no significa que no se presenten burbujas en los mercados o que no se produzcan correcciones. Simplemente que es un error el creer que uno tiene la capacidad de predecir las mismas.
Siendo conscientes de esta realidad, como inversores existen una serie de medidas que podemos tomar para no ser víctimas ni de las crisis financieras ni de la falta de ellas.
En primer término, un buen análisis respecto al valor intrínseco de los activos en los que invertimos puede ayudarnos a encontrar activos cuyos precios en el mercado no reflejen el valor real de los mismos. En esto, el análisis fundamental es una escuela de inversión ampliamente difundida que pregona principios para ser capaz de encontrar este tipo de inversiones. A través del análisis fundamental, el inversor estudia los balances previos de la compañía, evalúa a su management y analiza el impacto del entorno económico futuro (entre otros) para determinar los beneficios esperados futuros de la compañía y el precio que debería tener la acción en el mercado en base a esto. Si el precio es menor en el mercado que al que se arriba con este análisis (previendo aquí un “margen de seguridad” adicional, como lo llamaba Benjamin Graham, padre de esta escuela), se invierte en dicha empresa.
Por otra parte, existen instrumentos financieros que sirven para cubrirse (o “hedgearse”, como se dice en la jerga financiera) ante posibles caídas en los precios: las opciones de venta (Put). Los puts actúan como un seguro: uno paga una prima y a cambio de esto tiene el derecho a vender sus activos a un determinado valor por un período de tiempo. Si bien utilizar esta estrategia reduce la rentabilidad final, permite estar cubierto frente a posibles crisis. Es algo similar a tener un seguro de robo para los bienes del hogar. En caso de no sufrir un robo, usted pierde la prima del seguro que pagó. Pero en caso de sufrirlo, no habrá perdido todos sus bienes gracias a haber sido previsor y haber pagado la prima.
Por último, siempre se debe ser consciente de que las inversiones en acciones conllevan un riesgo y que es importante como inversores conocer nuestra aversión al mismo y tener un plan de entrada y salida. Una medida protectora clave es no invertir en instrumentos de alto riesgo (como las acciones) un porcentaje elevado de nuestro portafolio si nuestro perfil de inversión, ya sea por aversión al riesgo o por horizonte de tiempo escaso para mantener la misma, no se condice con el activo que compramos. Adicionalmente, el fijar un punto de salida en caso de que las inversiones no estén obteniendo un rendimiento como esperábamos (también conocidos como stop loss), puede ayudar a dejar las emociones de lado en momentos difíciles y evitar pérdidas mayores.
Como se observa, resulta importante como inversores que el temor por las crisis financieras no nos impida el poder invertir, sino simplemente tomar los recaudos necesarios para que cuando éstas se presenten no nos agarren desprotegidos. Como suele decir el que es considerado por muchos como el mejor inversor de todos los tiempos, Warren Buffet: “Sólo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo”.
Nota Publicada por El Economista – 06/12/2016
Habiendo transcurrido casi un mes desde que se produjera el triunfo de Trump en las elecciones de Estados Unidos que sorprendió al mundo, los inversores ya han comenzado a realizar un rebalanceo en sus carteras de cara a este cambio de ciclo. Y en esos cambios, existen sectores que parecieran ser los predilectos del mercado y otros que han sido dejados de lado. Analicemos cuáles han sido hasta aquí los ganadores y perdedores desde la elección de Donald Trump como presidente.
Al tope de los sectores ganadores encontramos al sector financiero. Luego de una campaña en el que el sector financiero se encargó de demonizar a Donald Trump, pareciera que Wall Street está haciendo las paces con el presidente electo. En este cambio seguramente habrá influido la intención del presidente republicano de desmantelar la Ley Dodd-Frank (una ley que surgió luego de la crisis financiera subprime de 2008 y que regula al sector financiero) y la nominación a Secretario del Tesoro de Steven Mnuchin, un exejecutivo de Goldman Sachs.
En segundo término, encontramos a las empresas del sector industrial. Gran parte del triunfo en las elecciones Donald Trump se lo debió al voto de los trabajadores rurales e industriales del Midwest (con triunfos claves en Estados tradicionalmente demócratas como Pennsylvania, Michigan y Wisconsin), zona también conocida como el “Cinturón Oxidado”. Políticas de mayor proteccionismo podrían tener un correlato en el crecimiento del mercado interno para las empresas industriales norteamericanas en desmedro de las importaciones industriales de países asiáticos y México.
En tercer y cuarto lugar encontramos a la energía y los materiales. El despliegue de un plan fiscal expansivo a través de grandes obras de infraestructura beneficiaría a estos sectores. En el caso particular del sector petrolero, también ha tenido su efecto el reciente acuerdo de los miembros de la OPEP para limitar la producción de petróleo a nivel mundial que subió el precio del crudo a nivel mundial y que comienza a acercar al mismo a niveles que hacen que sea más conveniente la producción a través del fracking, donde Estados Unidos tiene gran capacidad. A nivel local, este hecho también podría favorecer a YPF con la producción en Vaca Muerta.
Pero si saltamos ahora al lado de quienes se vieron más perjudicados, encontramos como los más afectados a sectores más defensivos como los Servicios Públicos y empresas de Consumo No Cíclico. Como contrapartida del plan de infraestructura que va a encarar en su presidencia Donald Trump, el mercado estimó que un mayor déficit fiscal generaría una suba en la inflación y un incremento en el costo del financiamiento. Esto se ha podido observar con la fuerte suba de la tasa de los Treasuries a 10 años, tocando en la pasada semana por momentos 2,5% (algo que no ha sido muy bien recibido por los bonos argentinos de la parte larga de la curva). Esta suba en la tasa hace que sectores cuyo rendimiento es mucho más similar al de un bono, como los Servicios Públicos, sufran caídas en sus precios para ajustar su Dividend Yield (tasa de rendimiento de los dividendos por el precio de la acción).
Durante su campaña presidencial, Trump invitaba a los estadounidenses a volver al pasado exitoso con su célebre frase: “Make America Great Again”. Los inversores tomaron nota de esto beneficiando a la economía del siglo XX (representado en las empresas industriales) y perjudicando a las de la economía del siglo XXI (representado en las empresas tecnológicas).
Si quisiéramos efectuar un análisis similar respecto del rendimiento del primer mes luego de que se produjera el triunfo de Barack Obama por primera vez hace 8 años y si esto sirvió para predecir el desempeño en los años de su gestión, se pueden encontrar algunos aciertos. Previo a esto, vale la pena aclarar que el triunfo de Obama se produjo en medio de la crisis financiera de las subprime, hecho que también influyó en el rendimiento de dicho mes. Quizás por esto deberíamos obviar que los sectores más defensivos hayan sido los de mejor resultado en dicho mes y no lo fueran durante el resto de su gestión (en medio de la crisis los inversores buscaban refugio). Los 3 sectores de mayor suba durante las presidencias de Obama fueron las de Consumo Cíclico, Tecnológicas y de Salud, habiendo sido sólo las Tecnológicas quienes se encontraran entre las más castigadas en ese primer mes.
Donde hubo un mayor nivel de acierto en los inversores fue para determinar al sector perdedor, ya que en ese primer mes se encontraron las Financieras y también fueron el sector que menores ganancias reportaron para sus inversores durante su gobierno.
¿Cómo hacer para apostar por los distintos sectores?
Efectuado este análisis, el inversor podría preguntarse qué herramienta puede utilizar para invertir en uno de estos sectores.
Haciendo uso de los Exchange Traded Fund (ETF), puede optar por alocar sus activos en un sector determinado. Estos son fondos que invierten en diferentes activos de acuerdo a un índice o activo que buscan emular en su rendimiento. Los mismos pueden ser comprados y vendidos como una acción, en un agente de bolsa habilitado para operar en mercados extranjeros. La nueva ley de mercados de capitales que sería aprobada en los próximos días, habilita la creación de estos instrumentos en la Argentina.
En la siguiente tabla se pueden observar los tickers con los que el inversor podrá identificar a los ETF más conocidos de cada sector que cotizan en el mercado accionario de los Estados Unidos y el rendimiento de los mismos desde la elección de Donald Trump:
Adicionalmente, en el sitio web www.etfdb.com el inversor podrá encontrar otros ETF para poder canalizar su inversión en el sector, activo o país que desee.
Como se verá, los portafolios de los inversores internacionales ya empezaron a apostar por sectores ganadores y perdedores para la presidencia de Donald Trump, ¿acertarán esta vez?
Nota Publicada por El Economista – 05/12/2016
La licitación de Lebacs de esta semana continuó la tendencia de recorte de la tasa de interés por parte del BCRA. Si observamos la evolución que ha experimentado a lo largo de noviembre la tasa corta (35 días) se ha visto reducida en 2% (200bps), algo que se contrapone a la actitud adoptada en el mes de octubre cuando Sturzenegger las mantuvo inalteradas durante todo el mes. Aquellos inversores que continuaron licitando el tramo corto, no estarán muy felices por los rendimientos que podrán encontrar al ingresar en este nuevo escenario.
Lo que se ha venido observando en las últimas semanas es que la curva de Lebacs comienza a aplanarse, debido a que la baja en las tasas de corto plazo no es en la misma proporción que en las de largo. De hecho, la tasa larga en la licitación de esta semana permaneció prácticamente inalterada. En el siguiente gráfico podemos observar la evolución de la tasa corta y la tasa larga de Lebacs en el mes de noviembre:
El premio cada vez menor por licitar en la parte corta de la curva podría terminar impactando en un cambio en los montos licitados por tramo, ya que hasta aquí el plazo más licitado es claramente el corto. Pero analizando que las caídas de las tasas continuarán, según cuales sean los escenarios proyectados será el impacto que tendrán en los mismos. Y aquí podemos plantear dos escenarios de baja de tasas: uno de baja conjunta de tasas y otro en el que bajen sólo las de corto plazo. Y en ambos, el plazo de Lebac ganador es el mismo.
En un escenario de baja conjunta de tasas, quien se coloque a 35 días verá que licita a tasas cada vez menores por lo que el rendimiento será menor. En cambio, con las Lebacs largas, la baja en su tasa otorgará la posibilidad de garantizarse una tasa por más tiempo. Incluso, en caso de querer venderlas en mercado secundario (con las salvedades de liquidez de estos instrumentos), podría encontrarse con una ganancia de capital que haga que la tasa final de rendimiento sea incluso mayor a la licitada por su venta anticipada y el ajuste de las tasas de rendimiento en el mercado secundario a lo que rinden en el primario.
Por otra parte, en un escenario en donde continúen la baja de tasas de corto plazo pero permanezcan estables las de largo, salta claramente a la vista que con el spread actual entre las mismas (175 bps) no pasará mucho tiempo hasta que quién licitó a un plazo mayor esté devengando un interés mayor. Si bien no es esperable que en el corto plazo la curva deje de estar invertida (tasas de corto plazo rindiendo más que las de largo plazo), es una posibilidad que eventualmente se dé bajo la forma de este segundo escenario.
Las Lebacs han sido claramente una de las inversiones más buscadas por los inversores en este 2016, más allá de que su rendimiento si bien hasta aquí fue mayor que el dólar (aún con la suba de estas últimas semanas), no alcanzó para ganarle a la inflación. El proyecto que por estos días se debate en el congreso para gravar las mismas podría tener un impacto muy fuerte en ellas, agravando aún más sus tasas de interés reales negativas y haciendo migrar a los inversores que deseen continuar en pesos a otros instrumentos que no serían alcanzados por el impuesto (como podrían ser los bonos Badlar).
Sin embargo, quizás ha llegado el momento para empezar a mirar otros instrumentos para la cartera, como los bonos ajustables por CER (con las perspectivas de inflación elevada aún presente y con un BCRA que ha tenido que ceder en su intento férreo de frenar la misma) y los bonos en dólares.
Nota Publicada por El Economista – 01/12/2016