Si miramos el volumen negociado en la bolsa de los distintos instrumentos claramente salta a la vista cuál de ellos es el preferido de los inversores argentinos. Con casi el 78% del volumen negociado en el mes de junio, el primer puesto es claro para los títulos públicos. Esto contrasta fuertemente con otros países donde el volumen negociado por acciones es mucho mayor.
Sin embargo, para quienes asesoramos a empresas e individuos con sus inversiones el mandato que viene por parte de ellos suele repetirse muchas veces: “yo la plata la genero con mi empresa y mi trabajo, vos necesito que me ayudes a protegerla de la inflación”. Y dentro de este perfil más conservador que ampliamente predomina en el inversor argentino, los bonos son el instrumento predilecto.
El Instituto Argentino de Mercado de Capitales (IAMC) destaca en su último informe sobre renta fija que: “Ninguno de los 25 bonos públicos (nacionales y provinciales) con mayor negociación registro una variación mensual negativa su precio en el mes de junio”.
Las formas de ganar dinero con los instrumentos de renta fija son dos. La primera es por el cobro de los intereses (cupón) en el caso de los bonos o del capital (en el caso de instrumentos que son vendidos a descuento como las letras). La segunda forma de obtener una rentabilidad es por la venta de los mismos antes de su vencimiento a un precio mayor al que fueron comprados.
Analicemos cuáles son las distintas alternativas existentes hoy en el mercado local:
Si observamos el comportamiento de los inversores durante el mes de junio, se destacaron fuertemente los bonos de vencimientos más lejanos y mayor duration como el DICP (un bono que ajusta por CER, paga la tasa de inflación más un plus), que subió más de 14% en el mes, y dos bonos en dólares largos como el PARY (14%) y el AA46 (13,6%). A su vez, esta predilección que comenzó a notarse en el mes de junio por los bonos que ajustan por inflación continuó en el mes de julio. Quizás los inversores estén observando por un lado que el dólar hace varios meses que está quieto y con tendencia a la baja y que, por el otro, las Lebac han tenido una tasa fija que se ha encontrado siempre por debajo de la inflación.
El menú de renta fija es amplio, el inversor debe ver cuáles de ellos se adaptan mejor a su perfil de inversión y horizonte de la misma, conformando un mix entre los distintos tipos.
Nota Publicada en El Economista – 29/07/2016
Si observamos el recorrido que han tenido los activos argentinos en el último año se puede ver claramente como los inversores fueron utilizando distintos instrumentos para ir captando rendimiento en el camino de Argentina de ser acérrimos enemigos del mercado a una de las “niñas mimadas” de Wall Street.
El primer paso fue la búsqueda de apreciación en la renta fija soberana. Algunos inversores miran con algo de nostalgia cuánto rendían los bonos argentinos en dólares hace apenas un año: el Bonar 2017 (AA17) 9,30%; Bonar 2024 (AY24) 9,75% y el Discount 2033 (DICA) 10,15%. Es que un año atrás estábamos en default selectivo. Hoy para conseguir esos rendimientos hace falta abrir horizontes más allá de la renta fija. Y el camino de reducción de las tasas ha sido muy veloz y reportado grandes ganancias a quienes apostaron a esta compresión de spreads. Sin embargo, se observa en el siguiente gráfico como la reducción se dio de manera más rápida en el tramo corto de la curva. Si bien la situación de que los bonos de corto plazo rindieran casi lo mismo o incluso más que los de largo debido a la situación coyuntural de aquel momento (default selectivo), existen aún posibilidades de compresiones adicionales en los tramos medio y largo.
Luego de darse esta compresión de spreads, los inversores que buscaban valor adicional comenzaron a invertir en bonos provinciales y corporativos (donde el riesgo es mayor y la liquidez menor). Así bonos como los de la provincia de Buenos Aires o de empresas como Arcor, por citar algunos, empezaron a ser incluidos en una mayor cantidad de carteras.
Pero hacia principios de junio ya comenzó a verse a una mayor cantidad de inversores animándose a incursionar en el Merval, debido a que los bonos ya no entregaban los mismos rendimientos que hace un año. Y allí obtuvieron muy importantes rendimientos. De principios de junio a esta parte el Merval ha ganado casi 25%, con varias acciones con rendimientos incluso varios puntos por encima de éste.
Por último y para completar el ciclo, en lo que llevamos de julio se pudo observar mayor volumen operado de lo habitual en las acciones del panel general que fueron acompañados por un rendimiento sobresaliente en algunas de ellas. Aquí podemos observar las más destacadas:
Sin embargo, ya al encontrarnos buscando valor en el panel general la tarea se vuelve más ardua y demanda un mayor nivel de conocimiento por parte de quién invierte. Es que, al tratarse de acciones con menor liquidez, pueden ver su cotización influida con un pequeño número de operaciones. Tal es el caso de lo que sucedió con Petrolera del Conosur, una acción que en pocos días pasó de valer $2 a casi $14 para luego caer hasta ubicarse en las $4,50 actuales.
De aquí en adelante, la búsqueda de rendimientos demandará un mayor nivel de análisis por parte del inversor y una gran selectividad para identificar cuáles serán los papeles que se verán más beneficiados en esta nueva dinámica. Adicionalmente, resulta vital ser consciente del mayor riesgo que este tipo de inversiones tienen comparadas con la renta fija, por lo que el inversor deberá ajustar el porcentaje de su portafolio que invertirá en ellas de acuerdo a su perfil de riesgo y a su horizonte de inversión para que un buen análisis no se vea frustrado en la consecución del rendimiento por no haber podido esperar su correcta maduración.
Quizás fruto de las muchas crisis que ha sufrido a lo largo de la historia nuestro país es que hay ciertas creencias populares fuertemente arraigadas en el ideario colectivo de los inversores argentinos. Y aquí podemos encontrar una muy conocida de que “la mejor inversión son los ladrillos” y de que nadie te los va a sacar ni se van a ir a ninguna parte.
La inversión en inmuebles tiene la ventaja frente a otras inversiones de su sencillez en la comprensión para gente no experta en el rubro de las finanzas personales. Uno compra un inmueble y cobrará una renta mensual. Por otra parte, el inmueble puede revalorizarse y en caso de su venta obtener un rendimiento adicional por esto. Muchos inversores compran un inmueble buscando esto ampliamente difundido de generar ingresos pasivos: generar pesos sin tener que trabajar. Sin embargo, y más allá de que derribe muchos mitos, los inmuebles no constituyen un ingreso pasivo. Los mismos demandan mantenimientos, conseguir inquilinos, pago de impuestos, entre otros. Y, aún cuando esto sea tercerizado a través de una inmobiliaria (reduciendo la ganancia del inversor), siempre es necesario ejercer algún tipo de control.
Si miramos la evolución de precios de los inmuebles en los últimos años, se puede observar que han sufrido fuertemente con el cepo cambiario experimentando duras caídas de sus precios en dólares acompañado de una reducción de la renta que otorgan en dólares. Hoy en día, representan una gran cantidad de efectivo inmovilizado para el escaso rendimiento que otorgan. Sin embargo, esto podría llegar a cambiar y sus precios podrían empezar a subir en caso de que la nueva oferta de créditos hipotecarios de sus frutos.
Si buscamos dentro de las alternativas del mercado financiero que otorguen al inversor una alternativa similar a los inmuebles, encontramos al mercado de bonos. Los mismos también tienen dos posibilidades de obtener una ganancia: con el cobro de cupones y con la revalorización del capital. Sin embargo, los rendimientos que otorgan hoy los bonos más que duplican la renta de los inmuebles. Y las perspectivas a futuro son que Argentina continúe reduciendo su riesgo país, por lo que el rendimiento de los cupones tenderá a ser menor pero el capital invertido se apreciará fuertemente.
Respecto al pago de cupones, la frecuencia en la mayoría de los bonos es semestral (más allá de que en algunos casos hay bonos con cupón trimestral o hasta mensual) pero armando una cartera de los mismos uno podría armar una cartera que lo otorgue un cupón mensual. Para ponerlo en números, una cartera de bonos diversificada de usd 50.000 podría otorgarle a un inversor una renta mensual de usd 300.
Si hacemos una comparación entre la inversión en inmuebles y la inversión en bonos, podemos ver lo siguiente:
Una ventaja adicional que se puede citar en el caso de los bonos es que se puede ingresar con montos menores que los que son necesarios para un inmueble ($10.000 vs u$s10.000 o más de una cochera). Y si observamos la diferencia de rendimientos entre ambos actualmente la misma haría que nuestro capital se duplique en 24 años con los alquileres mientras que lo haría en sólo 10 con los bonos.
Si lo analizamos desde el punto de vista del armado de un portafolio para un inversor conservador que esté buscando un segundo ingreso para su etapa pasiva, lo más prudente podría ser comenzar armando un portafolio de bonos hasta que el crecimiento de su capital le permita acceder a la posibilidad de diversificar sus inversiones entre los dos instrumentos: inmuebles y bonos.
Nota Publicada por El Economista – 20/07/2016
Los portfolio managers e inversores que tengan fondos líquidos y deseen reinvertirlos esta semana tendrán un amplio menú de opciones para elegir. A las ya tradicionales licitaciones de Lebacs del Banco Central de los días martes se suma una nueva emisión de Letras del Tesoro (Letes) y la novedad de la emisión de un bono que devengará tasa del 2,5% nominal anual más CER (ajuste por la inflación del Indec).
Los inversores tendrán numerosas opciones para buscar la revalorización de su capital: tasa en pesos, tasa en dólares o tasa más inflación. Analicemos cada una de ellas.
Por el lado de la tasa en pesos, las ya conocidas Lebacs mantuvieron su TNA de 30,25% en la licitación de la última semana luego de 9 semanas consecutivas de descenso. Por el momento, han estado siempre un paso detrás de la inflación. Por su parte, las Letras del Tesoro en dólares se ofrecerán en esta ocasión a un plazo de 94 y de 213 días con TNA de 3,5% y 3,66% respectivamente.
Si efectuamos la comparación entre ambas la conveniencia entre licitar Letes o Lebacs dependerá del tipo de cambio que el inversor considere que estará vigente en los meses de octubre 2016 y febrero 2017 (fecha de vencimiento de las Letes). En el caso del vencimiento más corto, si el inversor estima un valor de dólar por debajo de $15,80 para fines de octubre y suponemos los mismos valores de tasa en las Lebacs que se liciten esta semana (o una variación porcentual mínima), invertir en las Lebacs le otorgará un mejor rendimiento. Por el contrario, si considera que el dólar estará por encima de dicho valor debería invertir en Letes para obtener un mayor retorno. Por su parte, para el plazo más largo el valor que surge de referencia bajo este mismo análisis es el de $16,85. Si para mediados de febrero el tipo de cambio está por encima de dicho valor la opción conveniente son las Letes mientras que si está por debajo de $16,85 las Lebacs habrán otorgado un mejor rendimiento. Si miramos los valores actuales del mercado de futuros de dólar en Rofex, en ambos casos los inversores consideran que el tipo de cambio estará por encima de los valores citados resultando más conveniente la inversión en Letes.
Sin embargo, hasta aquí obtener un rendimiento real positivo con los elevados niveles de inflación se volvió una misión imposible para aquellos inversores que con un perfil conservador utilizaron estos instrumentos. Es que, como ya fue descrito en notas anteriores, las Lebacs han estado sistemáticamente un paso detrás de la inflación. Por su parte, si miramos el recorrido del dólar en los últimos meses (y no sólo el salto que experimentó en junio) tampoco ha otorgado un rendimiento por encima de la inflación. Desde ya hace varias semanas que, en parte fruto de descubrir esto, los bonos que ajustan por inflación (bonos CER) han incrementado su participación dentro de las carteras de los inversores y han subido fuertemente sus precios. Por otra parte, el resurgimiento del Indec con índices incluso por encima de los publicados por el Congreso y consultoras privadas han revitalizado a estos bonos que se ajustan por dicho índice.
Quizás buscando aprovechar este buen momento de los bonos que ajustan por CER y esperando reducir el costo de su financiamiento es que el Tesoro luego de casi 13 años de no realizar ninguna emisión de bonos de estas características ha efectuado un llamado a licitación para esta semana. Los mismos tendrán un cupón anual del 2,5% por encima de la inflación que reporte el Indec. Sin embargo, la tasa de rendimiento final será licitada pudiendo el bono emitirse sobre o bajo la par modificándose ese 2,5% de rendimiento.
Si buscamos establecer una comparación con las Lebacs, aquí lo que debemos comparar es la TIR que nos otorgarán las Lebacs versus la expectativa de inflación. Bajo el supuesto de que la tasa de rendimiento final sea del 2,5%, si el inversor considera que la tasa de inflación anualizada desde ahora hasta octubre será menor al 29% resulta conveniente licitar las Lebacs. En cambio, si estima que la inflación no podrá caer a una tasa mensual equivalente de 2,1% (recordando que en junio fue de 3,1%), la opción más rentable serán los Boncer 2021 (suponiendo que no hay variaciones en el capital del bono al tener un vencimiento mayor en ambos casos). A su vez el valor que otorga esta comparación como clave al mes de febrero es que si la inflación es menor al 26% anualizado resultan convenientes las Lebacs mientras que si está por encima de dicho valor convienen los bonos que ajustan por CER.
Como se ve los inversores deberán afinar sus lápices para colocar su dinero en la alternativa más conveniente. Como sostenemos siempre desde aquí, la opción más prudente es siempre colocar una parte del capital en cada una de ellas otorgando una mayor participación a la que obtendría un mayor beneficio en el escenario que estimemos más probable.
Nota Publicada por El Economista – 18/07/2016
Habiendo comenzado el tan esperado y anunciado segundo semestre los inversores tienen su GPS diciendo recalculando. Es que las Lebacs, más allá de su fuerte difusión mediática, hasta aquí han perdido por varios puntos frente a la inflación. Por su parte, el dólar ha tenido sus altibajos por lo que el resultado obtenido con la inversión en los mismos depende del momento en el que se haya ingresado. La carrera dólar versus tasas que tanto caracterizó al primer semestre está siendo dejada de lado por algunos inversores que de a poco comienzan a entusiasmarse con que la economía empiece a reactivarse y que los mayores beneficiados en este caso serían las acciones.
Quizás también la oferta de recompra de los cupones del PBI por parte del gobierno ayuda a fomentar este optimismo. Es que si el gobierno piensa que la economía se reactivará y que en 2017 se crecerá más del 3%, recomprar los mismos en este momento es una muy buena decisión. Comprar deuda cara, reemplazándola por deuda barata.
Dentro del universo de acciones, entre los sectores más cíclicos que se benefician cuando se reactiva la economía podemos encontrar a la construcción, el consumo y el sector financiero. Nos detengamos a analizar éste último.
Siempre se habla de que las acciones son una inversión a largo plazo. Quienes se anticiparon el año pasado al cambio de gobierno tomando posiciones en el sector bancario del panel líder pudieron beneficiarse de esto como se ve en la siguiente tabla:
Pero esto es ya historia pasada ¿Cómo están hoy los precios de las acciones de los bancos argentinos si las comparamos con sus pares latinoamericanas? ¿Conviene invertir en el sector bancario argentino?
Si miramos distintos indicadores podremos arribar a algunas conclusiones. Comenzando por la rentabilidad sobre el patrimonio (ROE) de los bancos, observamos que claramente los bancos argentinos son los de mayor rentabilidad de la región casi duplicando el resultado de sus pares latinoamericanos. Sin embargo, las conclusiones que brinda este indicador deben ser atenuadas por los efectos que la inflación genera en los mismos.
En segundo lugar, mirando los indicadores de Precio-Ganancias (más conocido como Price-Earnings) vemos que los bancos argentinos se encuentran en valores mucho más cercanos a los de los bancos de Chile, por encima de la valuación que se le asigna a los bancos brasileros y colombianos. En este indicador es importante tener presente que el mismo se calcula sobre las ganancias pasadas por lo que en caso de incrementar las mismas (como es la expectativa en este momento), debe subir el precio de la acción para mantenerse en un número similar.
Continuando con el análisis de indicadores, vemos que en el caso del precio/valor libro nuevamente los valores de los bancos argentinos están elevados. De todas maneras, la imposibilidad de efectuar el ajuste por inflación está impactando en el mismo.
Por último, la tasa de dividendos de los bancos argentinos se encuentra por debajo de la de otros bancos latinoamericanos. En este caso, de mantenerse los dividendos constantes, el precio de las acciones debería bajar para igualar la tasa promedio pagada.
Como se podrá ver, las acciones bancarias argentinas ya no se encuentran a precios de remate como lo estaban un año atrás, pero lo correcto de sus valuaciones también depende del crecimiento futuro del país. En caso de compartir el optimismo respecto del futuro, tomar posición en el sector bancario es una decisión que puede otorgarle un excelente rendimiento.
Nota Publicada por El Economista – 13/07/2016
Quizás fruto del desconocimiento o la inexperiencia de las personas que se inician en el mundo de las inversiones es que las mismas suelen cometer errores cuando invierten y que suelen costarles dinero. Como siempre es mejor aprender de la experiencia de otros sin sufrir la pérdida, veamos de conocer algunos de ellos.
Uno de los más difundidos es el hecho de poner nuestro dinero en la inversión de moda, pero sin conocimiento. Existen inversiones que suelen ponerse de moda y son recomendadas por todos los especialistas (el dólar, el oro o, por nombrar algo más moderno, el bitcoin podrían ser algunos ejemplos). Sin embargo, lanzarnos a invertir en ellos sin conocer sobre esta inversión nos deja muy vulnerables. El famoso inversor multimillonario Warren Buffet siempre destaca que no invierte en aquello que no entiende. Mal no le ha ido.
Un segundo error que podríamos marcar es el invertir sin un plan. Así como es importante conocer en lo que invertimos, también es muy importante ser disciplinado. Y esto implica tener un plan. Si vamos a emprender un viaje de 1.500km en auto tenemos que hacer un plan (rutas a tomar, revisión del estado del auto antes del viaje, estaciones de servicio donde cargar nafta, hotel donde parar, etc.). Las inversiones no difieren mucho de esto. Debemos tener un plan: conformación del portafolio, objetivo de inversión, plazo, fijar hasta qué punto estoy dispuesto a soportar una pérdida (stop loss), etc.
Otro error que suele presentarse es el sumar en cuentas mentales separadas: no mirar el todo de nuestras inversiones sino detenernos individualmente en una sola inversión. Si armamos un portafolio (conjunto de inversiones) de bajo riesgo, pero colocamos un leve porcentaje (supongamos un 10%) en una inversión de alto riesgo y ésta presenta una alta fluctuación, eso es claramente lo que buscábamos. No debemos en caso de que ésta no esté yendo bien venderla a pérdida (siempre que esté dentro de los parámetros del plan). También es cierto lo contrario. Si tengo una inversión que está ganando un 20% pero mi portafolio está perdiendo un 2%, claramente debemos analizar esta situación y no enceguecernos por el rendimiento sobresaliente de una única inversión.
Un cuarto error que podemos destacar es el dejar correr las pérdidas en extremo: suele pasar que como inversores nos enamoremos de una acción y nos aferremos a ella aun cuando esté varios puntos porcentuales debajo del precio al que la compramos. En esto claramente hay que tener un plan. No puedo estar un 40% abajo en una posición, ya que esto hasta nos afecta psicológicamente, bajando nuestra autoestima. Por más convencidos que estemos de una inversión, debemos tener un punto de salida. Si nos hace perder un monto determinado salimos de la misma. Incluso esto nos puede permitir salirnos de la misma y recomprarla a un valor más bajo si las razones por las que invertimos en ella (lo que los expertos denominan “fundamentals”) siguen presentes.
Por último, podemos destacar también lo contrario al punto anterior que sería buscar tomar rápidas ganancias: ni bien una inversión nos da una ganancia, la realizamos por temor a que se convierta en pérdida. Y quiénes defienden esto dicen que “nadie se fundió por tomar ganancias”. Error: ¡todos se funden por tomar ganancias! Cuando una inversión está yendo bien, hay que dejar correr la ganancia, siempre fijando un stop loss que iremos subiendo a medida que el rendimiento es positivo. Pero cuando acertemos con una inversión, hay que dejar madurar la misma.
Estos son sólo algunos de los errores más comunes de aquellos que se inicien en el mundo de las inversiones y que como consecuencia de ellos o una mala experiencia, deciden desistir de volverse inversores. Debemos tomar nota de ellos y tenerlos presentes al momento de invertir para no sufrir sus consecuencias y continuar multiplicando nuestro capital.
A menudo se suele escuchar a políticos o incluso periodistas hablar de la necesidad de gravar a la renta financiera, que no resulta “justo” que el trabajo esté gravado y no el resultado de operaciones financieras. Casi que podríamos decir que esto suena políticamente correcto, más aún en un país en donde la cultura financiera no es algo muy arraigado. Según una encuesta Global de Educación Financiera de Standard & Poor´s sólo el 28% de los adultos pudo aprobar un test de finanzas, muy por debajo de la media mundial. ¿Pero realmente tendría algún efecto positivo en el crecimiento del PBI el hecho de gravar la renta financiera?
Aquí conviene comenzar resaltando que toda modificación en impuestos modifica los incentivos de los agentes para operar. Así, por ejemplo, la fuerte suba que tuvieron los autos de lujo hace unos años como consecuencia de la aplicación del impuesto terminó impactando en un perder-perder al reducirse fuertemente la cantidad de autos vendidos. Perdieron las concesionarias de autos que vieron disminuir sus ventas (hasta puntos de casi cierre en el caso de autos de lujo) y perdió el Estado porque la suba del impuesto terminó haciendo caer la recaudación por la caída en la actividad. Al volver el impuesto a un esquema más razonable hace unos meses, permitió que vuelva a moverse este mercado.
Si analizamos el hecho de gravar la operatoria bursátil, lo que se conseguiría sería algo muy similar. Veamos como impactaría.
Pensemos en el caso de los mercados de deuda, tomando un ejemplo en pesos y uno en dólares. Las Lebac son deuda que emite el BCRA y las mismas se encuentran exentas del impuesto a las ganancias. Si tomamos la tasa de la licitación de la semana anterior observamos que el rendimiento exigido por los inversores es de 30,75%. Si esto estuviera alcanzado por el impuesto, el rendimiento neto del inversor caería hasta menos del 20%. ¿Usted piensa que los inversores se contentarían con este rendimiento y verían erosionar el poder adquisitivo de su dinero? La respuesta es un no rotundo. Lo que harían los inversores sería exigir un rendimiento mayor que compense este efecto, encareciendo fuertemente el costo de endeudamiento del BCRA hasta una tasa de más del 47%. Así, por cobrar el 35% de impuesto el costo de endeudamiento subiría más de un 53% respecto de los valores actuales.
Situación similar se presentaría en el caso de una inversión en dólares como podría ser el Bonar 2024 como podemos observar en la siguiente tabla:
A su vez, como estos rendimientos resultan de guía para el resto del crédito del sector privado, subiría el costo del endeudamiento para las empresas dificultando el desarrollo de la actividad productiva.
Por otra parte, cabe preguntarse qué efecto tendría en la compra-venta de acciones. Además de poder efectuarse un análisis similar al anterior, hay que tener presente la naturaleza de la inversión en acciones. Cuando uno compra una acción se convierte en “dueño” de ésa empresa (sin importar si nos quedamos la acción minutos, días o años). Y esta empresa paga en nombre de sus accionistas el impuesto a las ganancias por lo que en caso de que se le cobrara también al accionista se estaría dando una doble imposición.
Como se podrá observar, más allá de lo políticamente correcto que pueda sonar gravar la renta financiera, el impacto que termina teniendo en la riqueza del país es negativo ya que perjudica a los factores de producción de la economía.
Luego de una larga siesta, en el mes de junio el dólar despertó y experimentó una suba mayor al 6,5%, un rendimiento similar al de casi 3 meses de estar parado en Lebac. Entre los motivos por los cuales se puede explicar este nuevo salto se puede citar al atraso cambiario debido a la elevada inflación del primer semestre, la reducción de las tasas de las Lebacs y una menor oferta genuina de dólares al estar finalizando el trimestre de oro de las exportaciones agropecuarias. Pero si debemos reducir el análisis a una sola causa, claramente el Brexit y su impacto en el mundo con un fortalecimiento del dólar y debilitamiento de las monedas emergentes (con el peso mexicano como uno de los grandes exponentes de esto) se llevan la primera plana. Es que sí, Argentina vuelve a estar vinculada a los ciclos globales y siente sus impactos. ¿O se aprovechó el río revuelto internacional para llevar el dólar a un valor más razonable y esperando que esto no impacte en el índice de inflación con una segunda ronda de aumentos? Es que supuestamente los precios ya tenían incorporada una suba del dólar hasta los valores de $16, sin que hayan bajado posteriormente, pero ya conocemos como es la inflexibilidad de los precios a la baja en Argentina.
Esta suba experimentada por el dólar hizo que el mismo vuelva a aparecer en el radar de todos los inversores. Sin embargo, se observa una predilección de los inversores por no extenderse en el plazo de inversión. El bono más negociado en el mes de junio resultó ser el Bonar 2017 (AA17, cuyo vencimiento opera en abril de 2017) por un importe que casi iguala a la suma del segundo (AY24) y el tercero (DICA). Claramente los inversores están buscando asegurar una rentabilidad en el corto plazo, más allá de las diferencias de rendimiento y promesas de ganancias de capital que los bonos más largos prometen. Lo mismo podría decirse también del crecimiento volumen que están experimentando las licitaciones de las Letras del Tesoro (Letes), también una inversión de corto plazo.
A su vez, si miramos la curva de rendimientos de Rofex continúa observándose una tasa implícita de devaluación que se va reduciendo desde 28% para agosto 2016 hasta sólo un 21% anualizado para mayo 2017.
Una alternativa de inversión que vuelve a aparecer en este contexto es el ya conocido “dólar sintético”. El mismo consiste en la compra de una Lebac (que otorga una tasa elevada en pesos) y calzar la misma con la compra de dólar futuro al vencimiento, para de esta forma asegurar una tasa en dólares. Si observamos el tramo más largo de las Lebacs, el rendimiento que esta operación está otorgando en estos momentos son los siguientes:
Como se podrá observar, los mismos más que duplican el rendimiento actual del AA17 y son claramente superiores a los de las Letes. El riesgo que debe tener presente el inversor en estos casos es que deberá cubrir las diferencias diarias que se produzcan. Para los inversores que crean que ya llegó el momento de volver a posicionarse en dólares, el dólar sintético es una interesante herramienta.