Hace unos días, el presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Adelmo Gabbi, dijo que solicitará al gobierno nacional que se permita a las compañías aplicar el ajuste por inflación que está vedado desde la ley de Emergencia Pública que fue sancionada en el año 2002. Este reclamo también fue efectuado a Cristina Fernández de Kirchner sin que prosperara. ¿Formará parte del reacomodamiento de las variables y números que viene efectuando el gobierno de Macri? ¿Y qué efecto tendría en los balances de las compañías?
Comencemos viendo las distorsiones que ha generado no efectuar este ajuste por más de una década. La inflación afecta tanto a los activos monetarios como pasivos monetarios ya que éstos están fijos y no se mueven con los cambios en el nivel general de precios de la economía.
Como ejemplos de activos monetarios tenemos a la caja en pesos o cuentas por cobrar. Llevándolo al caso de una empresa, cuando demoran en pagarle un crédito ésto reduce su ganancia en términos reales (los pesos que cobra compran menos bienes que los que hubieran comprado si lo hubiera cobrado a la fecha indicada) pero no queda reflejada en el balance.
En cambio, las empresas que tienen pasivos monetarios como deudas con una tasa fija, se ven beneficiadas con la licuación de sus deudas obteniendo una ganancia con ésto, hecho que tampoco queda reflejado en el balance.
Las empresas argentinas que cotizan en bolsa desde hace unos años deben adoptar las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF). Éstas sostienen que el ajuste por inflación debe efectuarse siempre que existan indicios de que la economía es hiperinflacionaria. Uno de ellos es que la tasa acumulada de inflación se aproxime o exceda al 100% en tres años. A fines de 2015, esta inflación acumulada era de 64% según los organismos encargados de monitorear países inflacionarios para empresas que cotizan en la bolsa de los Estados Unidos. A fin de este año con el nuevo índice de precios del Indec podría llegar a alcanzarse la cifra de 100% en tres años (ya que basta con un 25% de inflación anual en esos 3 años para alcanzar la cifra).
Para los usuarios de los estados contables, resulta imprescindible que este ajuste sea permitido ya que sino la utilidad de los mismos para la toma de decisiones se ve reducida. Esto se ve agravado en compañías que poseen gran cantidad de bienes de uso (como empresas de servicios públicos), ya que estos bienes se encuentran valuados a valores históricos (con la excepción de aquellas empresas que hayan decidido aplicar el modelo de revaluación de bienes de uso).
Las consecuencias son muchas, pero se destaca que el valor del patrimonio de las empresas resulta irrisorio respecto a su valor real. Esto también se ve reflejado en indicadores como el precio/valor libro que, al compararlo con empresas de países similares a Argentina en Latinoamérica, existen grandes brechas.
A su vez, los bancos tienen menos información para conocer el estado de las empresas ya que su patrimonio y/o resultado económico puede diferir de su situación real y no concediendo un préstamo a la compañía por considerarla que no es lo suficientemente solvente cuando si se valuaran bien sus activos el resultado sería otro.
Por último, esto también genera una diferencia en los impuestos abonados por la compañía ya que se presentan situaciones en las que los costos no están ajustados para reflejar los cambios de precios. En empresas en que el ciclo productivo es largo, esto genera un gran impacto ya que los costos tienen “precios viejos” y las ventas “precios nuevos” por lo que la compañía debe pagar impuestos sobre una ganancia que no es real.
Resulta vital para una economía que busca volverse predecible y en sintonía con los estándares internacionales que se permita reconocer el efecto de la inflación en los balances de las empresas.
Nota Publicada por El Economista – 28/06/2016
Si tuviéramos que mencionar cuál fue la “vedette” del mercado en el primer semestre claramente la inversión que se llevaría ese título serían las Letras del Banco Central, más conocidas como Lebac. Analistas, asesores financieros, medios gráficos y programas especializados las recomendaban como inversión para protegerse de la inflación. Llegó a opacar al resto del mercado, quitando atractivo a acciones, bonos y cualquier otra herramienta de inversión (y por qué no también inversión de la economía real). Pero, ¿realmente sirvió a quiénes invirtieron en ella para cubrir su capital?
Hagamos un poco de números. El rendimiento real de una inversión es el resultado que se obtiene con el capital invertido luego de ajustar al mismo por la inflación que hubo en el período de inversión. Es decir, el mismo refleja si el poder adquisitivo del dinero invertido se logró incrementar o no.
En la tabla que se presenta a continuación podemos observar el rendimiento real de las Letras que se licitaron en la primera semana de cada mes (esto al efecto de simplificar la presentación y no colocar todas las licitaciones semanales, pero los resultados a los que se arriban son los mismos). En cada licitación se utiliza los diferentes plazos a los que el inversor pudo licitar para de esta manera también observar si el estirar los plazos redundó en algún beneficio.
Así, por ejemplo, podemos observar que quién licitó a 35 días en el mes de enero obtuvo un rendimiento real negativo en ese período de casi un 1%. Quién licitó a 64 días, obtuvo también un rendimiento negativo por los dos meses de 2,5%. Y quién decidió dejar fija esa tasa licitando a 147 días tampoco pudo obtener un resultado positivo. En este caso la caída en términos reales alcanzó casi el 10% por el plazo completo que va desde enero a mayo. La misma situación (resultado negativo) se observa en todos los períodos bajo análisis con excepción de quiénes licitaron a 35 días en el mes de marzo. De todas maneras, en este caso el rendimiento tampoco es para entusiasmarse: apenas 0,24%.
Como se podrá observar, más allá de la creencia ampliamente difundida de que las Lebac otorgaban un rendimiento por encima de la inflación las mismas no sirvieron hasta aquí para que el inversor lograra tal cometido. Al menos no para los inversores locales, ya que para los inversores extranjeros que no están expuestos a la elevada inflación argentina (y que a su vez también tuvieron la caída del tipo de cambio) sí resultó una inversión con un rendimiento más que positivo.
Queda claro que lo que pasó en el pasado no significa que se vaya a repetir en el futuro, pero como inversores es importante que tengamos conocimiento de la historia de estos instrumentos. En estos momentos algunos inversores comienzan a estirar plazos en sus Lebacs ante la expectativa de que continúe la reducción de tasas y que la inflación disminuya. ¿Podrán tener estos inversores un mayor grado de acierto que el que hasta ahora tenido el BCRA que no regala puntos de tasa que arrojen resultado positivo?
Nota Publicada por El Economista – 22/06/2016
En lo que llevamos del año, aquellos inversores que decidieron mantener su posición en dólares han sufrido una fuerte pérdida del poder adquisitivo de éstos. Es que la combinación de dólar a la baja e inflación elevada resultó un cóctel explosivo para toda inversión dolarizada (y ni hablar para aquellos que los mantuvieron sin generar ningún tipo de renta “debajo del colchón”).
Sin embargo, la extensa historia de crisis económicas en Argentina avala como prudente tener una posición en dólares dentro del portafolio de inversiones, pero en este contexto (y por qué no en casi todos) resulta imprescindible que los mismos generen una renta.
Para aquellos inversores que no quieren desprenderse de los dólares y que se sienten incómodos con irse a plazos largos, la semana pasada se sumó una nueva alternativa: la caución en dólares. Esta herramienta permite colocar los dólares ociosos a una tasa muy similar a la que pagan las Letras del Tesoro, pero por plazos tan cortos como 7 días. A su vez, los mismos cuentan con las garantías que otorga trabajar dentro del mercado bursátil (herramienta que no incumplió con sus pagos ni siquiera en la crisis de 2001 cuando vino el “corralito”).
Si nos ponemos en el lugar de un ahorrista que, más allá de las tasas en pesos (hoy en descenso) y el freno que ha sufrido el tipo de cambio, no desea desprenderse de sus dólares por un plazo mayor al año, las alternativas vigentes hoy en el mercado son las siguientes:
Observando la diferencia que existe entre los mismos vemos que no hay una gran diferencia entre el rendimiento que otorga extenderse en el plazo (menos de 100 puntos básicos), por lo que el inversor que decida estar más líquido para poder disponer de sus dólares en el corto plazo encontrará en la caución en dólares una herramienta muy útil.
Por otra parte, se observa como el Bonar 17 (AA17) ha perdido un poco su atractivo frente a las Letras del Tesoro, ya que no existe una diferencia sustancial en el rendimiento al compararlos. Sólo resultaría aconsejable para el inversor que considerara que Argentina continuará con un fuerte descenso de su prima de riesgo en el próximo semestre y que con el AA17 se garantiza estos niveles de tasa por un año, en lugar de por 90 o 167 días. Sin embargo, en caso de apostar por este escenario resultaría mucho más aconsejable invertir en el tramo medio de la curva (AO20 o AY24) y venderlos el año próximo cuando necesite de los fondos ya que de esta manera obtendría una mayor ganancia de capital por la reducción de la tasa de interés.
Para inversores que busquen un rendimiento mayor pero que también necesiten disponer de los fondos en un año existen alternativas dentro del segmento corporativo que pueden resultar interesantes. Por ejemplo, obligaciones negociables como Arcor 2017 (TIR 6,16%) o IRSA 2017 (TIR 8,61%) podrían servir como instrumento de ahorro. Ambas pagan tanto su capital como cupones en dólares billete y vencen en noviembre y febrero del año próximo, respectivamente. En estos casos es importante tener presente que las mismas cuentan con una liquidez mucho menor por lo que resultará más difícil su compra y/o venta, recomendándose su compra en caso de poder esperarlos a su vencimiento para no perder el mayor rendimiento debido a las comisiones de entrada y salida de los mismos.
Nota Publicada por El Economista – 21/06/2016
A menudo solemos escuchar sobre lo pequeño que es el mercado de capitales en la Argentina. Existen gran cantidad de acciones extranjeras que mueven en un solo día el mismo monto que la Bolsa de Buenos Aires en todo un año. Pero… ¿por qué es importante que se desarrolle el mercado de capitales?
El mercado de capitales busca ofrecer un medio para canalizar el ahorro de las personas que generan excedentes monetarios, sean estas físicas o jurídicas, hacia las personas que poseen déficit o necesidad de capital. Adicionalmente, también busca otorgar seguridad y facilitar el movimiento del dinero en las transacciones.
En la Argentina, las numerosas crisis y modificaciones en las normativas han atentado históricamente en contra de lograr un mercado de capitales profundo y amplio. A esto se suma la falta de conocimiento bursátil y existencia de mitos en torno a que la bolsa es un negocio para unos pocos o que es una timba. Desterrar estos es una tarea muy importante para el crecimiento del país. Y, en lo que puede augurar un futuro mejor, las generaciones más jóvenes están mostrando un creciente interés en la inversión bursátil (fomentado por programas del Sistema Bursátil como el PRO.DI.BUR, programas de televisión y radio, prensa escrita y libros, entre otros).
En esta tarea de ampliar el mercado resulta importante que los ahorristas comiencen a comprender al sistema financiero como un canal que contribuye al desarrollo económico de un país. Si todas las personas que poseen capacidad de ahorro decidieran no intervenir en el mercado financiero y sólo guardar sus ahorros en efectivo (bajo el colchón, como suele decirse), esto dificultaría el desarrollo económico, aun cuando se ahorrara en una moneda dura como el dólar (algo muy común por estos lados). Es que el dinero por sí sólo no permite multiplicar la riqueza, ya que apartando el efectivo de la actividad económica se da lo que los economistas llaman “reducción de la velocidad de circulación del dinero” que lleva a disminuir el nivel de actividad de la economía (la venta de los supermercados, la producción de los campos y las industrias, la cantidad de personas que contratan las empresas). Esto es algo que ha sucedido históricamente en la Argentina.
En cambio, si utilizamos herramientas del mercado de capitales ayudamos a dinamizar la economía. Cuando como ahorristas compramos una acción de una empresa nos convertimos en dueños de la misma y nuestro aporte de capital (por pequeño que sea) contribuye a la creación de empleo, al aumento de la producción, etc. Lo mismo ocurre cuando le prestamos dinero a una empresa que emite una Obligación Negociable, ya que este capital le permite por ejemplo comprar la máquina necesaria para dar el salto tecnológico que le posibilitará a la misma incrementar su productividad y ser competitiva a nivel internacional (y que no sea siempre necesario esperar a una devaluación del tipo de cambio para conseguir esto).
Es muy difícil encontrar en el mundo actual un país que tenga una economía desarrollada sin tener un mercado de capitales consolidado. Las grandes potencias europeas, asiáticas y norteamericanas lo tienen. Y en nuestra región los mercados han crecido en los últimos años, salvo por algunas excepciones entre las que se encuentra, lamentablemente, la Argentina.
Como inversores es importante lograr hacer este clic mental de comprender la humanidad que hay detrás de la inversión que realizamos, ver más allá del resumen de nuestra cuenta que nos entrega la sociedad de bolsa o el banco, y dudar de mitos prejuiciosos basados en el desconocimiento. Debemos entender que invertir a través del mercado de capitales genera un círculo virtuoso de ganar-ganar. Gana el ahorrista obteniendo una mejor rentabilidad. Ganan las empresas que necesitan fondear sus proyectos de inversión ya que obtienen una tasa de mercado competitiva. Y gana el Estado que ve aumentar su recaudación por el mayor desarrollo económico y una menor necesidad de subsidios a personas y empresas.
Nota Publicada por El Economista – 16/06/2016
Quizás por el impacto de las numerosas crisis económicas que ha sufrido nuestro país, el desconocimiento o algún otro motivo es que hay una idea muy fuertemente arraigada en los argentinos de que invertir en la bolsa es una timba. No se comprende por qué motivos suben las acciones o bonos y se lo asocia a una cuestión de azar, pero… ¿es esto realmente así? ¿Es la bolsa una timba?
Comencemos analizando las probabilidades de ganar dinero en el casino. En este caso observamos que es un juego de suma cero: gana el casino o ganamos nosotros. Supongamos que analizamos el caso particular de la ruleta, nunca las probabilidades estarán a nuestro favor ya que aún efectuando la apuesta más conservadora (color rojo o negro) la presencia del cero hace que el casino tenga una opción más. Por otra parte, un mayor análisis de los resultados anteriores no contribuye en nuestra apuesta siguiente (que haya salido 9 veces seguidas rojo no nos dice nada de si el próximo tiro será rojo o negro).
En cambio, si analizamos la inversión bursátil podemos observar que hay una gran cantidad de diferencias entre las mismas. En primer término, no se trata de un juego de suma cero. Las dos partes de una transacción (el inversor que compra y el inversor que vende) pueden estar ganando. Por ejemplo, un inversor que compró una acción y ya tuvo una utilidad del 45% decide salir de la misma para comprarse un auto mientras que el otro inversor la compra y la acción continúa su sendero alcista. A su vez, las probabilidades de obtener un buen resultado invirtiendo en la bolsa se incrementan mientras más tiempo permanezcamos “dentro del mercado”.
Estudios que analizan series históricas de inversión demuestran que la probabilidad de perder invirtiendo en el índice de la bolsa norteamericana se reducen drásticamente mientras más años permanezcamos dentro de ella, reduciéndose a 0% cuando se trata de períodos de 15 años o mayor. Esto resulta lógico, ya que la tendencia de la economía mundial en el largo plazo es el crecimiento y las empresas son las que generan el mismo.
En contraposición, supongamos que tenemos la suerte de obtener una gran ganancia en el casino con nuestra primera apuesta. Lo mejor que podemos hacer es retirarnos en ese mismo momento ya que, de seguir apostando, lo más probable es que perdamos todo. De esta manera vemos que apostar en el casino no sería una inversión inteligente (obviando el caso de algunos célebres “empresarios” que en los últimos años apostaron por casinos y esto les ayudó para incrementar sus patrimonios).
Por último, cabe destacar que para algunos inversores la bolsa puede ser como una timba. Pero esto es sólo fruto de la manera que utilizan para invertir: sin realizar un análisis de lo que están comprando y dejándose llevar por los impulsos. En estos casos obtener una ganancia puede ser fruto de la suerte, pero no es un sistema sostenible en el tiempo. Por esto, como inversores resulta vital capacitarse para conocer en lo que estamos invirtiendo. Warren Buffet, uno de los inversores más exitosos de la historia, dice que no invierte en nada que no entienda o desconozca. Mal no le ha ido.
Tenemos que realizar un análisis (ya sea este fundamental, técnico o un mix entre ambos), confeccionar un plan de inversión (pudiendo asesorarnos con quiénes conocen más el mercado) y seguir al mismo para obtener buenos resultados en el largo plazo. Quizás suene más aburrido que la ilusión de hacerse millonario de la noche a la mañana, pero en este caso el comercial sería: pasa en las películas, no pasa en la vida.
Nota Publicada por El Economista – 14/06/2016
En medio de una política de altas tasas de interés aplicadas por el BCRA, cada vez son más las Pymes que se animan a incursionar en la bolsa para obtener financiamiento a través de la negociación de cheques de pago diferido. Existen dos segmentos de negociación: cheques patrocinados (la Bolsa de Comercio autoriza a una empresa de cualquier tipo o tamaño a negociar sus cheques) y cheques avalados (Pymes pueden descontar cheques propios o de terceros garantizadas por una SGR).
Si observamos la evolución del volumen negociado en los últimos años se puede observar el gran incremento que han tenido los mismos:
El descuento de cheques de pago diferido en el mercado de capitales permite a una empresa que tiene un cheque a cobrar por un plazo de hasta 360 días adelantar el flujo de fondos. Por otra parte, el inversor que tiene dinero excedente puede invertir en los mismos a cambio de una tasa. Existen numerosos fondos comunes de inversión Pyme que invierten en ellos (por normativas y regulaciones del gobierno que incentivan esto) por lo que las tasas a las que se colocan los mismos son más que atractivas para quien busca financiamiento. Basta con mirar las mismas en las últimas dos semanas:
Pero el empresario PYME se preguntará cómo debe hacer para poder utilizar esta herramienta y negociar sus cheques en el segmento avalado. Para poder obtener el aval que le permita negociar sus cheques, debe acercarse a una Sociedad de Garantía Recíproca (SGR). Puede consultar un listado completo de las mismas en el sitio web de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (hay SGR en distintas provincias del país, no sólo en Buenos Aires). Podrá encontrar el listado completo en http://www.bcba.sba.com.ar/sitio/descargas/SGR-Listado-abril-2016.pdf
La documentación a presentar por parte de la PYME que busca negociar sus cheques no difiere demasiado de la que se debe presentar al momento de solicitar un crédito en el banco: breve reseña de la actividad e historia de la firma, últimos 3 balances, declaraciones juradas de impuestos, estatuto, entre otros. El trámite inicial para obtener el aval oscila entre 2 a 5 meses dependiendo de la SGR. Pero una vez obtenido éste, luego la Pyme puede presentar los cheques y obtener los fondos en un plazo menor a las 72hs.
Un dato importante a tener en cuenta por parte de las PYMES que buscan preservar su confidencialidad y no quieren que su nombre figure de manera pública, es que los cheques del segmento avalado son negociados a nombre de la SGR por lo que terceros no toman conocimiento de esto (situación que difiere del crédito bancario donde con sólo tener el CUIT de la empresa se puede observar su situación de endeudamiento).
Lo bueno de esta herramienta es que no reemplaza al banco, sino que puede ser utilizado de manera complementaria a éste por la Pyme para obtener financiamiento ya que cada uno posee sus ventajas para distintos tipos de necesidades: los cheques podrían utilizarse para para financiar capital de trabajo y los bancos para financiar inversiones de más largo plazo con los créditos productivos.
Nota Publica por El Economista – 07/06/2016
Desde hace ya varios años (o por qué no al menos una década) que el gran enemigo de los ahorristas tiene un nombre claro: inflación. Nos encontramos en uno de los países con mayor inflación (comparándonos con números similares a casos de países en guerra o Venezuela), en un mundo que el problema radica más en torno a cómo evitar la deflación y Bancos Centrales buscando efectuar una alquimia en sus políticas monetarias para lograrlo.
Estos elevados niveles de inflación dificultan enormemente a los ahorristas al momento de buscar que su capital no disminuya o se erosione. Números de rendimiento mayores al 34% como el que rinden las famosas Lebacs suenan increíbles y casi como de otro planeta cuando el mismo es comentado a extranjeros. Quizás suenen igual de extraño como el caso de los créditos hipotecarios en Dinamarca que, al tener tasa negativa, pagaron a los endeudados en lugar de cobrarles intereses. Sí, leyó bien. Se le pagó a quién tomó un crédito hipotecario. ¿Se dará alguna vez esto en la Argentina? Es algo que parece mucho más cercano a la ciencia ficción que a la realidad y, aunque cueste entenderlo por estos lados, también habla de una situación que no es buena para la economía.
Pero, a pesar de la elevada inflación, siempre existen instrumentos o herramientas de inversión para enfrentar la misma. En este primer semestre, el dólar fue un claro perdedor frente a la inflación al igual que la gran mayoría de las acciones. Las Lebac podríamos decir que, mirando las tasas promedio de cada mes y los índices de inflación (un mix entre el de la Ciudad de Buenos Aires y el de San Luis, a la espera de que se publique el del Indec a partir de junio) tuvieron una leve pérdida o un empate.
Pero en este nuevo contexto en el que la inflación tendería a descender y que volvemos a recuperar el instrumento de medición (el índice del Indec), existen instrumentos que fueron creados para ahorristas que buscan conservar el valor de capital y por qué no obtener una pequeña ganancia en términos reales (esto es, mayor a la inflación). Me estoy refiriendo a bonos que ajustan por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER).
Los bonos que ajustan por CER fueron condenados al ostracismo debido a los cuestionamientos que recibió durante años el Indec respecto de los números que publicaba. Este año recibieron un nuevo golpe cuando se optó por utilizar el índice de San Luis en lugar del de la Ciudad de Buenos Aires (que fruto del aumento de tarifas de servicios públicos arrojaba un ajuste mayor). Pero de normalizarse el Indec, los ahorristas recuperan un muy útil instrumento. Alguien que tuviera el capital para el anticipo y quisiera acceder a los nuevos créditos hipotecarios pero que prefiere esperar a que descienda la tasa de inflación y se normalice la situación del mercado inmobiliario puede encontrar en ellos una opción a analizar.
Varios analistas financieros y departamentos de Research están recomendando empezar a tomar posición en los mismos. Actualmente, el rendimiento de estos bonos alcanza hasta un 5% encima de la inflación que reporte el índice del Indec lo que resulta más que atractivo para un inversor. Y este porcentaje de rendimiento podría reducirse para ser más similar al de nuestros pares latinoamericanos, otorgando ganancias de capital a los inversores.
Si observamos la curva de rendimientos de estos bonos y los comparamos con los bonos en dólares nos encontramos con que los bonos que ajustan por CER tienen un rendimiento menor que los bonos en dólares:
Esta situación era completamente al revés hace un año. Esto podría estar diciéndonos que los inversores no esperan que el dólar le gane a la inflación en los próximos meses (por eso se exige un mayor rendimiento) y que los bonos que ajustan por CER serían una buena alternativa para los ahorros. Como siempre, en un país no muy proclive a respetar los contratos y modificar las condiciones de emisión, el riesgo en este instrumento radica en torno a la veracidad del índice de inflación publicado por el Indec y que es utilizado para el cálculo.
Nota Publicada por El Economista – 06/06/2016
El dólar se encuentra en una fuerte tendencia bajista desde hace ya varios meses (tocó su máximo a principios de marzo) y por el momento no parece estar funcionando la reducción de las tasas de Lebacs para detener su caída (en la licitación de esta semana la tasa corta se redujo en 100 puntos básicos).
Los contratos de futuro de dólar en Rofex (tan controvertidos en los últimos tiempos por el accionar de Vanoli durante su gestión) en el día de ayer miércoles continuaron mostrando caídas. Para tomar dimensión del fuerte desplome que los mismos han tenido, a principio del mes de marzo el contrato diciembre 2016 mostraba un tipo de cambio de $18,85. Hoy el tipo de cambio de éste mismo contrato es $16,21.
Y los valores actuales de dólar resultan muy llamativos ya que, si lo comparamos por ejemplo con los precios a los que se podían conseguir dólares por la bolsa en la era kirchnerista, nos encontramos a los mismos valores que en agosto de 2015 pero con una inflación acumulada desde ese momento mayor al 32%. De continuar este movimiento de las variables (inflación alta y dólar bajando), en los próximos meses se perderá la competitividad conseguida con la devaluación de diciembre. Y aquí el blanqueo de capitales propuesto por el gobierno, en caso de ser exitoso, podría sumar otra presión bajista al dólar.
A pesar de esta caída, comienza a notarse cada vez más flujos de dinero que comienzan a tomar posiciones en dólares, aprovechando estos precios de liquidación del dólar (y no me refiero precisamente a sacar en 12 cuotas los pasajes y estadía de las vacaciones del año próximo, aunque tampoco sería una mala decisión).
Para aquellos que consideren que se tomarán medidas para evitar que la apreciación del peso continúe, en este momento se pueden conseguir dólares a precio de remate. Una de las formas de hacerlo, es con las Letras del Tesoro (Letes) que se licitan hasta el día de hoy (y que el Ministerio viene realizando con una frecuencia quincenal). Las mismas pueden licitarse en pesos o en dólares y pagan su capital al vencimiento en dólares billete (pudiendo licitarse a 91 o 182 días). Otras alternativas que brinda la bolsa es la compra de bonos dólar linked, que pagan pesos al tipo de cambio oficial mayorista. En este caso podemos destacar al bono con vencimiento en Octubre (AO16) y al con vencimiento en Febrero (AF17). Por último, la compra del Bonar 2017 (AA17) que vence en abril del año próxima constituye otra alternativa para hacerse de los dólares en el mediano plazo, en éste caso en dólares billete.
Para aquellos que creen que es momento de comenzar a volver al dólar, los precios a los que se puede conseguir son los siguientes:
Nota Publicada por El Economista – 02/06/2016